Hoy comienza la gira que llevará a Luis "Toto" Caputo y a varios funcionarios del Ministerio de Finanzas por Londres y varias ciudades de los Estados Unidos hasta el miércoles. Pero a diferencia de otras colocaciones, en esta oportunidad la tasa de interés será un dato más bien secundario. En realidad, lo más relevante será a cuánto asciende lo que en la jerga financiera denominan "demanda insatisfecha". Es decir cuántos inversores que pugnan por comprar los nuevos títulos argentinos no podrán hacerlo o sólo podrán adquirir una porción de lo que realmente buscan.
Dejar con las ganas a los inversores que quieren invertir en la deuda local es hoy el gran objetivo de los funcionarios. La apuesta es dejar una gran parte de la demanda sin posibilidad de entrar en la oferta inicial. El objetivo es similar a lo que sucede cuando resulta imposible comer en un restaurante de moda por la cantidad de reservas ya existentes: que el cliente retorne al otro día más temprano y si tampoco consigue la mesa que vuelva al día subsiguiente.
Más que la tasa de colocación, lo más relevante será ver cuántos inversores quedan afuera de la suscripción de la nueva oferta de bonos argentinos
Se calcula que esos pedidos que recibirán los seis bancos colocadores excederán por varios múltiplos los USD 5.000 millones que salió a buscar Finanzas, a los que se suman otros USD 2.000 millones de bonos emitidos en pesos. Las cifras varían según quién calcule, pero el piso estaría en los USD 20.000 millones, aunque fácilmente podría superar los USD 30.000 millones.
Dejar a los inversores con las ganas de más tiene varios efectos positivos desde el punto de vista del emisor. Asegura que el día después de la colocación habrá más demanda por los títulos emitidos, con lo cual lo más probable es que suban de precio.
Objetivos múltiples
Los inversores que se quedaron sin comprar o que adquirieron menos de lo que les permitía su portafolio buscarán otras opciones. Ya tomada la decisión de tomar más riesgo argentino, el abanico de opciones es amplio. Pero básicamente se espera que las empresas que salgan a buscar financiamiento en el mercado internacional puedan lograrlo, sin verse desplazados por la voracidad del Estado.
La demanda insatisfecha podría superar los USD 30.000 millones, facilitaría la colocación de bonos de deuda privada para obras
La estrategia se complementa con cierta "generosidad" a la hora de fijar la tasa de interés. En estas emisiones se suele dar un premio a los inversores en relación a la cotización de títulos comparables que ya cotizan. Por ejemplo, luego de haber subido la cotización en las últimas jornadas el Global 2028 rinde 6,7%. Pero por un bono de duración similar es posible que el Gobierno termine pagando más cerca de 7% anual en dólares para que valga la pena entrar a la oferta inicial. Serán unas décimas más o menos según cómo hayan cotizado los títulos en estos primeros días de la semana.
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Volviendo al ejemplo del restaurante, los USD 6.000 millones que tomó el Gobierno de un grupo de bancos privados la semana pasada es como llenar la mitad del restaurante con un contingente de turistas o de jubilados, a los que se les hace un descuento por cantidad de comensales. Eso asegura que será más fácil llenar la otra mitad y dejar a más potenciales clientes con las ganas de probar.
La estrategia ya fue probada con éxito cuando se acordó con los holdouts. En aquel momento, la Argentina salió a buscar financiamiento y tuvo ofertas por USD 70.000 millones, pero terminó colocando sólo USD 16.500 millones. Desde ese momento, abril de 2016, hasta septiembre los bonos subieron en forma continua.
La otra incógnita a develar es qué pasará con los plazos de colocación. Los bancos que asesoran en la operación resaltan que el grueso de la demanda se concentra en papeles que van de los 7 a 10 años. Esos serían los plazos elegidos por el Gobierno, aunque no se descarta algún bono más largo para satisfacer a fondos de pensión que buscan extender la duración de sus colocaciones lo máximo posible.