Un pequeño éxodo se vive en Pueblo Marini, una localidad ubicada en la cuenca lechera de Santa Fe. Ubicado en el departamento de Castellanos, a 50 kilómetros al norte de la ciudad cordobesa de San Francisco, los pobladores huyen de las inundaciones y del cierre de los tambos. La desesperación es tal que su presidente comunal, Gerardo Piombo, anticipó que en 2 meses el pueblo puede desaparecer: "Si no me ayuda la provincia tendré que cerrar las puertas, no tengo nada".
La inundación que se suceden año tras año, junto a la de la última semana, produjeron una situación límite. Los 600 milímetros que cayeron del cielo sumió en un metro y medio de agua las 7200 hectáreas del territorio. De los 255 habitantes que había, quedan solo 140.
"Es desesperante, ya no hay donde meter el agua. Queda esperar que deje de llover para que se pueda drenar y que baje el agua por lo menos en el pueblo para vivir más humanamente. La zona rural está destruida", contó Piombo a medios locales.
Según los cálculos del jefe comunal, llevará al menos tres meses drenar el líquido de los suelos. La situación de la población fue grave e "inhumana" en el peor momento de las lluvias: "todos inundados" y con cinco días sin suministro eléctrico. "Hay tres familias en el salón de la capilla que es el único lugar seco que tenemos, los demás están todos bajo agua, de punta a punta. Algunos tienen 50 cm adentro de las casas y otros un río alrededor", agregó.
Los reveses de Pueblo Marini redujo la cantidad de tambos en la zona, la principal actividad empleadora de la región. Los establecimientos bajaron de 36 a 12. "Después de esto calculo que no va a quedar ninguno. La perdida es del 100 por ciento. No quedó nada, ni alfalfa, maíz, soja, sorgo, nada", añadió Piombo.
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Por ahora, la provincia de Santa Fe envió una bomba adicional al pueblo, que se sumó a las dos que ya había. No llegó, en tanto, una retroexcavadora solicitada por la comuna.
En materia de salud, los pobladores dependen de la vecina localidad de Ramona, mientras que desde la gestión del gobernador Miguel Lifschitz le giran las provisiones y comida.
Sin embargo, nada parece alcanzar para resolver la crisis acuífera y detener la expulsión de la población hacia zonas más habitables.
"En dos meses tenemos que cerrar la comuna porque esto no puede seguir así", sentenció Piombo.
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