Un divorcio en EEUU desnudó cómo los multimillonarios fugan capitales

Un acaudalado empresario ocultaba USD 400 millones en cuentas “offshore” hasta que su ex logró desentrañar la ruta del dinero

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(Ilustración: Kikuo Johnson-The New York Times)
(Ilustración: Kikuo Johnson-The New York Times)

Una mujer a punto de divorciarse logró desentrañar los desvíos de dinero que hacía su marido, un exitoso hombre de negocios, con el objetivo de evitar al fisco y una eventual división de bienes.

La historia sirvió para desenmascarar cómo los empresarios de gran fortuna apelan a todo tipo de artilugios de evasión y elusión aprovechando los flancos débiles de los controles financieros e impositivos y alimentando así un sistema offshore más grande que la economía de los EEUU.

The New York Times publicó el caso es el de Sarah Pursglove, una mujer de 47 años, cuyo marido, un empresario finlandés llamado Robert Oesterlund, generó prósperos negocios en los EEUU pero giró al exterior USD 400 millones para que no pudieran ser detectados durante el juicio de divorcio.

Ante la convicción de que su marido iba a dejarla, Pursglove recurrió al contador de los negocios familiares y advirtió pronto que éste operaba en connivencia con su marido. Como muchas mujeres casadas con hombres muy ricos, no sabía mucho sobre las cuentas de la familia, pero esto empezó a cambiar.

Oesterlund había declarado a un tribunal que su "patrimonio familiar neto" se calculaba en unos pocos millones de dólares. Pero su yate "Déjà Vu" de 50 metros de eslora insumía en un año ese capital sólo para mantenerse en el agua. El registro legal tampoco correspondía con un penthouse en el hotel Four Seasons de Toronto, valuado en USD 30 millones. No era su único hogar. El Déjà Vu ni siquiera era su único yate.

La mujer comenzó a indagar en papeles archivados en la casa de vacaciones de la familia en las Bahamas y descubrió una declaración de un banco en Luxemburgo sobre una cuenta con al menos USD 30 millones en efectivo que nunca lo había visto antes. En un armario halló documentos relativos a Xacti, la compañía de internet que ella y Oesterlund habían construido, folios de empresas con nombres extraños asentadas en estados norteamericanos y distintos países.

También se topó con un registro contable que desconocía y que aportaba cifras por unos 300 millones de dólares. No fue difícil percatarse de que la parte de la fortuna que le correspondía a ella y sus dos hijos se desvanecía en una matriz casi impenetrable de empresas ficticias, cuentas bancarias y fideicomisos, que forman parte de un sistema financiero disponible en todo el mundo exclusivamente a los muy ricos.

(Ilustración: Kikuo Johnson-The New York Times )
(Ilustración: Kikuo Johnson-The New York Times )

En las últimas décadas, este sistema se volvió sorprendentemente eficaz para "deslocalizar" la riqueza a través de sofisticadas operaciones de registro de propiedad y planificación legal que ocultan los dueños reales de fondos e inmuebles.

Creado por abogados, contadores y banqueros privados, el sistema para operar a través de un archipiélago mundial de principados europeos, ex colonias británicas y ciudades-estados de Asia, tiene un objetivo principal: hacer que las personas más ricas del mundo parezcan poseer lo menos posible.

Cada año, miles de millones de dólares se establecen con seguridad en el mundo financiero offshore, en la práctica apátrida, protegido por legiones de defensores bien compensados y una maraña de leyes deliberadamente encaminadas a obstaculizar a los acreedores y los cobradores de impuestos.

El gobierno de Estados Unidos creó en 2010 una división especial del Servicio de Impuestos Internos conocido como el "escuadrón de la riqueza", para reprimir a los evasores de alta gama con participaciones multinacionales. No obstante, sus equipos de sabuesos impositivos apenas dan abasto para evaluar unos 200 casos en un año.

CIMIENTOS DE UNA FORTUNA

Oesterlund y Pursglove se conocieron en un crucero de Helsinki en los años 90. Se casaron en 1998 en la isla caribeña de Dominica, y se establecieron en los Estados Unidos. En Florida y Nueva York comenzaron una serie de empresas dirigidas por el marido, pero en las cuales la mujer tuvo mucho protagonismo: contrató a los empleados, los entrenó y ayudó a manejar las oficinas. Su primer éxito fue una firma de préstamos personales llamada Credit Key Express, que emitía tarjetas de crédito para individuos con mal historial crediticio.

Más tarde crearon Columbia House-style, un club de membresía por el que los suscriptores obtenían descuentos en espectáculos, libros, DVDs, incluso para adquirir suplementos dietéticos. Luego llegó la firma Xacti, que aglutinó la mayoría de sus empresas, y amplió los beneficios con venta de banners de publicidad, juegos de video, variedad de software y antivirus.

Firmas falsificadas, empresas fantasma y paraísos fiscales son prácticas habituales de millonarios que procuran impunidad

Para mediados de la década de 2000, Oesterlund y su esposa se habían convertido en una pareja muy rica y comenzaron a adquirir inmuebles y bienes en varias partes del mundo. Por conflictos judiciales, a Oesterlund se le retiró la "green card" (tarjeta de residencia permanente en EEUU). A raíz de esa situación, la familia vivía prácticamente separada desde 2009: Pursglove permanecía con los dos hijos en Boca Ratón (Florida) y Oesterlund vivía en las Bahamas.

El empresario, presuntamente, enfureció por los problemas de residencia: argumentaba que empleaba a decenas de personas en Florida, sus negocios aportaban millonarios ingresos fiscales a los EEUU, pero se asumía "injustamente acosado por burócratas". Fue a partir de 2009 que, según declaró su hoy ex esposa, "quería pagar lo menos posible los impuestos a los EEUU" y empezó a apelar a todas las artimañas financieras y contables para evadir al fisco y borrar rastros del movimiento del dinero.

LA SINUOSA RUTA DEL DINERO

Los abogados de la esposa se dieron cuenta de que la firma estampada de Pursglove apareció en el papeleo a principios de 2013 para darle a un ejecutivo Xacti y mano derecha de Oesterlund, llamado Skip Middleton,  atribuciones sobre al menos seis cuentas bancarias relacionada con Wells Fargo. Meses más tarde, Middleton usó su nueva autoridad para eliminar Pursglove de las cuentas.

Después  Oesterlund creó el fideicomiso de las Islas Cook, un paraíso fiscal en el Océano Pacífico sur bajo administración de Nueva Zelanda,  en el que se usó un sello de una firma de Pursglove como aval para un supuesto préstamo de USD 17,5 millones, con el yate Déjà Vu como garantía. Los papeles del préstamo certifican que Middleton había sido testigo de la firma de Pursglove, pero ella no pudo haber estado en Florida en la fecha indicada:  su pasaporte probó que ella estaba en realidad en Toronto, Canadá.

En 2014 el organigrama de empresas inventadas por Oesterlund se parecía a "un mapa del tesoro enrevesado", según cita la nota. En el Caribe, había empresas fantasmas con nombres de fantasía como "Paradise Liquidity I" (Paraíso de Liquidez I) e "Integrity Investment Holding" (Grupo de Inversión Integridad). Entre varios fondos de inversión había unos USD 35 millones o más en efectivo, en cuentas bancarias en Mónaco, Luxemburgo, Canadá y las Bahamas.

Otra de las maniobras utilizadas se conoce como "precios de transferencia", una práctica que ha sido objeto de crecientes críticas en los últimos años. Las empresas multinacionales la utilizan para trasladar costos a los países con altos impuestos y sus beneficios a países de baja tributación.

A menudo hay poco o ningún sustento económico detrás de estas operaciones. Según The New York Times, Apple es un ejemplo. Su sede es Cupertino, California, donde lleva adelante la mayor parte de la investigación y el desarrollo de sus iPhones. Pero si usted compra un iPhone en Europa o Asia, los derechos de propiedad intelectual contenidos en el teléfono en realidad pertenecen a las filiales de Apple en Irlanda, donde la empresa negoció una tasa especial de alrededor de 2 por ciento. En 2011, las filiales irlandesas (que prácticamente no realizan ninguna de las investigaciones de Apple) recogieron dos tercios los ingresos globales de la compañía , antes de impuestos.

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