La inflación deberá caer entre agosto y diciembre a menos de 8% para no superar el 40% este año

El ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay se muestra confiado en que la suba de los precios al consumidor ya se alineó a las metas de baja gradual y sostenida fijada para el período de Gobierno

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El Gobierno deberá demostrar que la baja de la inflación es sólida (NA)
El Gobierno deberá demostrar que la baja de la inflación es sólida (NA)

La tasa de inflación del corriente año será la más alta en 25 años, con un rango próximo entre el 40 y 45%, si no ocurren factores climáticos ni de mercados que impidan sostener en los próximos meses el ritmo de aumento de precios al consumo por debajo del 2% por mes que el Indec registró en julio. Eso es lo que mostrará la fotografía, sin determinar cuánto es por efecto heredado y cuánto derivada del cambio de política económica.

Ya se sabe, de boca del director del organismo oficial de estadística, Jorge Todesca, que por efecto de acatar el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que frenó el aumento en las tarifas de gas y retrotrajo el esquema a los parámetros vigentes durante el kirchnerismo, en este mes el índice del IPC sufirá una baja por ese fenómeno de 0,7 puntos porcentuales, y el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, arriesgó que "agosto terminará con una variación inferior a 1% respecto del nivel de julio, será la más baja en 10 años". Esto implica que debería ser inferior al 0,7% que registró la Inflación Congreso en febrero de 2007, cuando ya estaba intervenido el Indec por el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

"Todos criticaban que la inflación no bajaba y nosotros mantuvimos la palabra y prometimos que estaría en 2% mensual en septiembre. Ése número ya lo vimos en julio y en agosto va a estar debajo del 1%", dijo ayer el ministro en diálogo con Luis Novaresio, en Radio La Red.

El entusiasmo oficial tiene una explicación muy simple. Una tasa de inflación 1% de repetirse en los próximos doce meses significaría una variación en un año a poco más de 12%, que es el rango piso objetivo que proyectó el Banco Central en su plan monetario plurianual.

Y significaría pasar de una variación de 30% en siete meses a menos de 8% en los cinco siguientes.

Con una tasa de 1% por mes hasta fin de año el IPC aumentaría menos de 8%, en comparación con 30% de alza en los siete meses previos

Sin embargo, ese esperado recorte a 1% para agosto, y de sostenerse en ese rango hasta el cierre del año, contribuirá muy poco a bajar la tasa acumulada de los pasados doce meses, habida cuenta de que del máximo de 46% que alcanzó en julio, según el consenso de mediciones privadas que sintetiza la denominada Inflación Congreso, se atenuaría a un de 37 por ciento.

Eso exigiría que no se observaran factores estacionales de suba, vinculados con el ciclo de retención ganadera con la llegada de la Primavera, al recuperarse las pasturas, ni de la ropa, por el cambio de estación; además del esperado reajuste de las tarifas de los servicios de luz y agua luego de las audiencias públicas de septiembre, entre otros.

Un flagelo que aún no fue atacado en sus raíces

Puede ser cierto que la inflación no forme parte de las principales preocupaciones del Gobierno, porque después de un primer semestre de severo desborde derivado de la "normalización de la economía", porque una tasa de inflación en torno a 1% como espera para agosto y septiembre, implicaría haber entrado en ritmo de poco menos de 13% al año, que el rango piso que el Banco Central se fijó para el año próximo.

Una tasa de inflación en torno a 1%, como se espera para agosto y septiembre, implicaría haber entrado en ritmo de poco menos de 13% al año

Sin embargo, aún restan varios factores pendientes para que la inflación no vuelva a instalarse como preocupación de las familias, los sindicatos y también del Gobierno.

En primer lugar, que la desaceleración de la suba de los precios no sea el resultado de la contracción del consumo, esto es una derivada de la recesión, porque en ese escenario la economía no podrá emerger y menos aún el empleo.

En segundo término, y no menos relevante, es que en la primera presentación al Congreso del Gobierno del Presupuesto de Gastos y Recursos el Gobierno explicite claramente cómo hará para recortar drásticamente el déficit de las finanzas públicas, sin aumentar impuestos, bajar subsidios e impulsar la obra pública . Hasta ahora en base caja se observa que los gastos siguieron creciendo más que los recursos y en el devengado apenas se han equiparado.

Mientras que en tercer lugar, no se puede dejar de desestimar el efecto de las presiones de muchos de los sectores productivos exportadores para que se revierta el virtual estancamiento de la paridad cambiaria en torno a $15 por dólar, y de los sindicatos que harán lo propio para recuperar el desfase que proyectan entre las pautas que acordaron en paritarias con la inflación real entre extremos .

Para el año próximo, año de elecciones de medio término, el Gobierno deberá aferrarse a la disciplina monetaria, pero también fiscal, si quiere alcanzar la meta de reducir a menos de la mitad la tasa anual de la inflación. El BCRA se fijó como techo 17% y piso 12%, eso implica un rango de aumento promedio mensual de precios de 1,3 a 1 por ciento.

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