Milton Ávalos tiene 13 años, ocho hermanos, una madre presente y un padre ausente. Es oriundo de las afueras de Resistencia, Chaco. Un cáncer detectado a tiempo le quitó la visión de su ojo izquierdo, y su ojo izquierdo. La compensación y la exigencia de su ojo derecho lo estaba condenando a la ceguera. Él quería ser normal: jugar a la pelota con amigos, ir a la escuela, estudiar. Pero no podía. Es una historia de compromiso y solidaridad, de empatía y conciencia social, un baño de esperanza, un canto a la dignidad.
En un hospital de su ciudad, a Milton le dieron una prótesis de relleno para su ojo izquierdo. No veía por él pero al menos todos ya lo podían ver a los ojos. Mientras su ojo derecho reclamaba tratamiento urgente, el izquierdo, el de la prótesis, le censuraba más momentos de lo que le permitía. "Estaba sentado y se le caía. No podía jugar a la pelota porque se le caía. Perdió un año de colegio porque se le caía", contó María, su madre. Milton debía curar su visión: necesitaba anteojos y una prótesis nueva, eficiente.
Buenos Aires quedaba lejos. Vendía buñuelos y comida casera que cocinaba junto a su madre en una plaza céntrica. El don de gente de las personas, a veces, tiene devolución, recompensa. Rosalia Levay es hoy una de los ángeles que enumera María cuando elige agradecer. Ella hizo el nexo con Angie Landaburu, influencer, instagramer e it girl argentina. Y madrina del sueño de Milton. En su cuenta de Instagram, el glamour de los posteos se interrumpen para contar una historia de solidaridad, acompañado por el hashtag #ayudarestabueno. "Los chicos nos enseñan todo, cuidémoslos", celebra.
A través de colectas y un fondo común coordinados por Angie, Milton y su mamá viajaron a Buenos Aires para someterse a estudios en la Fundación Zaldívar y gestionar una prótesis acorde donada por Pförter. Su estadía demandó una semana. "No esperaba nunca llegar a Buenos Aires, nunca se me pasó por la mente estar acá. Quiero agradecerles a todos, no a uno solo, a todos", remarcó Milton, en diálogo con Infobae.
Contó que su tío tiene una tele y que por las tardes miraba el programa "Caso Cerrado". En su visita a Buenos Aires, Angie lo llevó a conocer un estudio jurídico. Milton quedó obnubilado. "De grande quiero ser abogado -se ilusionó-. Cuando vuelva al Chaco, llego y me voy a la escuela. Pero no me gusta leer. Voy a contratar a la Angie para que me lea todos los libros, hoja por hoja, una y otra vez".
Angie y Milton hoy son casi inseparables. Él le regaló, agradecido, un humilde espejo. Ella le prometió realizar un desfile solidario en su Chaco natal: el 28 de junio con el propósito de recaudar fondos para solventar el gasto de sus anteojos, sus chequeos de rutina, sus viajes a Buenos Aires y ayuda económica para su nutrida familia -David, su hermano, tiene 5 años y no habla, se comunica sólo por señas-.
"A pesar de todo, estamos bien. Quisiera agradecer a todos los que ayudaron a mi hijo para que pueda llegar hasta aquí. A Rosalía, a los hoteles, a Angie, a todas las personas que pudieron abonar un poco de arena para ayudar a Milton", expresó, conmovida, su madre. "Ahora que tiene la prótesis va a volver al colegio y ojalá pueda ser abogado como siempre soñó". Ojalá.
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