"El Luzhnikí es uno de los mejores y más seguros estadios del mundo. Las obras han terminado y está listo para acoger partidos de fútbol", aseguró Serguéi Sobianin, el alcalde de Moscú, a la prensa internacional.
En el mítico estadio olímpico, donde se celebraron los Juegos de Moscú 1980, ha logrado algo aparentemente imposible, construir un nuevo coliseo conservando la fachada, las columnas exteriores y el tejado.
"El Luzhnikí es un símbolo del movimiento olímpico. Los moscovitas no nos lo hubieran perdonado", dijo, en alusión a la decisión de no demoler, sino reconstruir el viejo estadio Lenin, que en su momento tuvo más de 100.000 asientos.
El resultado asombró a los medios participantes en la gira organizada por la FIFA por las ciudades sede del Mundial, que comenzó en Yekaterimburgo, la ciudad más oriental del torneo, y concluyó en la capital rusa.
El graderío, con asientos de diferentes colores, aunque todos con un tono burdeos elegido por votación popular, parece un anfiteatro con butacas, más que el estadio que será escenario del partido inaugural, una de las semifinales y la gran final de un Mundial el 15 de julio de 2018.
La seguridad también ha sido una de las prioridades de los constructores del estadio, tanto para prevenir atentados terroristas como para evitar incidentes como la avalancha que costó la vida a 66 personas el 20 de octubre de 1982 durante un partido de la Copa de la UEFA entre el Spartak local y el Harleem holandés.
Una vez acabado el estadio, Rusia quiere que el nuevo Luzhnikí sea inaugurado por el que es considerado el mejor jugador del mundo, Messi, en el partido entre Rusia y Argentina previsto para el 10 de noviembre.
"Esperamos ver a Messi en el Luzhnikí en noviembre", señaló Alexandr Gorbenko, teniente alcalde de Moscú.
El Luzhnikí es el más importante de los doce estadios que acogerán partidos mundialistas el próximo año, seguido por el de San Petersburgo (68.000 asientos), que será escenario de la segunda semifinal.
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Crédito: Reuters-AFP
Con información de EFE