Los días de Julio Vázquez son muy distintos a los que tuvo que afrontar en la Guerra de Malvinas. Sin embargo, su pasado representa un recuerdo constante en su rutina. En diálogo con el programa Ascenso Directo, transmitido por DirecTV, el entrenador recordó la etapa más dura de su vida.
"Todos los que estuvieron en el frente de batalla fueron separados para que vayan al pueblo los que llegaban limpios en los barcos, que estaban limpios y no estuvieron en los combates. Eso hicieron los ingleses; a diferencia de nosotros que estuvimos desde el 13 de abril hasta el 14 de junio en la Guerra y quedamos un poco locos", dijo en la mesa conducida por Héctor Gallo y Daniel Cacioli.
Con un detalle perfecto, el ex ayudante de campo de Omar Labruna recordó que su destino pudo haber sido otro: "Los ingleses pudieron haber ingresado por el frente en donde yo estaba con otros once combatientes. Tuve una estrella que me salvó, porque éramos carne de cañón".
También comparó los recursos que tenían las fuerzas británicas y las argentinas. El ejemplo más claro fue cuando habló del armamento con el que contaba: "Yo tenía un arma con mirada infrarroja, pero no tenía las baterías para cargarlas".
"Nos mataban a bombazos, eran 7 horas de bombas todos los días. A cualquier hora sentíamos los ataques", agregó Vázquez y continuó con un emotivo relato: "Para mí fue una película lo que viví. Sentía los ataques a 7 kilómetros de donde estaba y el fuego me pasaba por arriba de la cabeza".
Finalmente, su sentimiento de dolor se reflejó cuando lamentó su regreso al continente. "Hay un lapso de mi vida que no sé que hice. No me acuerdo de nada. Mi cabeza empezó a bloquear partes de mi vida", aseguró antes de dejar un consejo hacia el futuro: "Cuando vean a un veterano hablen con ese veterano. Somos la historia y todos tienen que saber lo que pasó".
A lo largo de su carrera Julio Vázquez dirigió a Ituzaingo, Lugano, Cañuelas, Universitario de Sucre (Bolivia), Deportivo Paraguayo y la Primera de San Lorenzo en fútbol femenino. También fue ayudante de campo de Omar Labruna en Nueva Chicago, donde logró el ascenso del Nacional B a la Primera División.
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