Una voz eléctrica atiende al otro lado del teléfono, a más de 3 mil kilómetros de distancia. Maneja sus tonos con la habilidad de un maestro, responde con el interés de alguien que sabe en qué lugar está parado y no escatima vocabulario en ninguna respuesta. Matías Martin no se siente incómodo por ser un cazador cazado o, más bien, un entrevistador entrevistado. Pocos minutos después de finalizar una edición especial de su programa radial desde Ushuaia, atiende a Infobae para confesarse sobre su nueva aventura: el regreso al comentario futbolero.
Hablará de fútbol, pero también de sus pasiones, la familia y algunos de los caminos que lo llevaron a este presente. Sin embargo, el disparador de la entrevista es su flamante rol: es la nueva cara de las transmisiones de fútbol, siendo el comentarista principal de TNT Sports, una de las dos señales que ya televisa en exclusiva la Superliga.
Hace 17 años, decidió abandonar su gran sueño dentro del mundo del fútbol para empezar una travesía polirrubro. ¿El culpable de ese viraje? Marcelo Tinelli: "Yo me quise quedar comentando partidos en Torneos –la vieja propietaria de los derechos– y Tinelli me decía que estaba medio loco, que el comentario de fútbol era lo mismo hoy, en 2030 ó en 1920. En cambio, lo otro era la posibilidad de hacer una carrera. De conducir programas. Y era ahí, en ese momento. Yo tenía dudas y me inclinaba por el lado de seguir comentando".
La mirada de Tinelli no era errada. La conducción del programa Fugitivos fue el empujón rumbo a un nuevo destino que lo transformó, 17 años más tarde, en una de las voces más importantes de la radiofonía nacional, defendiendo ese mote tarde a tarde desde el programa Basta de Todo (Radio Metro). Pero para él, ya era tiempo de volver a las fuentes. "Me llamaron para comentar y ni lo dudé. Me parece un paso arriesgado, uno más. Pero muy deseado, estoy donde quiero estar", asegura desde el fin del mundo, donde realizó las últimas cuatro emisiones del envío radial.
El éxito, en mayor o menor medida, que tuvo en cada paso de su carrera no lograba camuflar el sonido del sueño que lo había impulsado a sumergirse en el periodismo deportivo de joven. Una sola traba le impedía aceptar la propuesta: la vida en familia.
"Fue una novela de muchos meses, porque lo primero que dije cuando me tantearon fue: 'Mirá, yo hoy estoy lejos, voy al campo los fines de semana. Me adapté a un poco a la vida de disfrutar a mi familia, de irme al campo'. Así que estaba haciendo otra vida literalmente. Sabía que iba a ser una decisión polémica, que implicaba sacrificar los fines de semana, pero hace rato que venía deseando volver a trabajar con el fútbol", reconoce Martin, que a fines de los 90 ya brillaba en la conducción de Locos por el fútbol.
El deseo le ganó a la comodidad. Matías dio el salto. Abandonó la menospreciada zona de confort y se animó a un desafío que acarrea otros nuevos retos. Como el de convivir con los prejuicios por ser uno de los periodistas del ambiente que se animó a reconocer su fanatismo por River. "Cuando dejé a trabajar en el fútbol, la verdad que se me había apagado por completo el hincha. A través de mis hijos volví a engancharme. Ahí lo conté y lo dije", admite y naturaliza algo que debería ser normal en una sociedad que sincera en estos aspectos esquirlas de anormalidad.
"Un poco antes del descenso fue que saqué un poco más el hincha. Por eso siento que viví el cuentito entero del descenso. Y del campeonato en la B a campeón de la Libertadores. Cumplí el ciclo. Ahora ya me puedo correr de nuevo y volver a mirar con una búsqueda objetiva", analiza.
El tema podría resultar espinoso para alguien que intenta meterse de nuevo en un ambiente que "vivió todos estos años sin mí" y en el que debe "ganarse el respeto y la consideración de los colegas". Eso no es un escollo. Lejos está de ser tabú: "Por supuesto que voy a convivir con los prejuicios. Cada cosa que yo diga va a funcionar como una confirmación de su prejuicio. El que lo quiere pensar, lo va a seguir pensando. Yo me enfoco en hacer bien mi laburo".
Los nuevos vientos que corren en el fútbol argentino, entre la flamante televisación y el estreno de la Superliga, lo trajeron hasta este presente. Matías promete elevar la media: "No van a ser inmediatos los cambios, pero aspiramos todos a que el nivel de transmisión y periodístico sea superador a lo que había".
"Lo que había" era, ni más ni menos, que el Fútbol para Todos. "Por supuesto no falta alguno que te diga que 'ahora vas a secuestrar los goles' y esas giladas. No le contesto a nadie. Para mí no hay mucho debate. Por supuesto hay bronca para el que se acostumbró a no pagarlo y ahora le piden que lo pague", comenta.
"Lo bueno –dice sobre el Fútbol para Todos– era que lo veíamos todos, eso es lo incuestionablemente bueno, que en cualquier lugarcito del país, en líneas generales, se podía ver el fútbol. Lo malo es que fue una oportunidad perdida. Otro debate, más profundo, es sobre el rol del Estado. Ahí, si hilamos fino, la verdad que no creo que el Estado tenga que ocuparse de televisar partidos de fútbol, porque me parece que primero hay que ocuparse de lo importante".
Matías no hace una pausa en su discurso. Tiene digeridos sus conceptos. Es claro y contundente. Así será durante más de media hora y sostendrá un intercambio electrizante, como si estuviese al mando del programa de radio. No hay baches, porque la profesión no los permite al aire. Animal de radio siempre atento en cada rincón de esta selva.
"Mi pasión es la radio, claramente. Es mi casa. La tele es mi trabajo. Si he tenido un segundo hogar después de la radio ha sido el fútbol. Me siento en casa dentro del fútbol", se confiesa.
La misma inercia de su pasión lo lleva a recordar sus inicios: "Hacía mis propias revistas cuando era chico. Sabía que iba a estudiar que iba a estudiar periodismo. Me metí y me fasciné con los medios. En un momento pude haber decidido jugar al fútbol y quizás podría haber sido un oscuro volante del Argentino B. Pero estaba en otra. Me gustaba la música…".
Como si fuese un regreso a su infancia, Matías rememora aquel pibe que quería ser periodista deportivo, cuando esa profesión todavía no era una especie de moda como lo fue años más tarde. Aquel joven reaparece en el envase de un tipo de 46 años para terminar de cumplir su sueño con una exigencia bastante clara. Abre los ojos y no vacila en su regreso a los comentarios: "Voy construyendo mi personaje. Es un desafío que me encanta, desde lo lingüístico, el idioma, los tonos; todo. Soy muy exigente, lo más difícil para mí es conformarme a mí mismo".
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