¿Cómo hacer para que el tiempo muerto se convierta en horas de producción neta? Esa es la pregunta que sobrevoló sobre la cabeza de Jorge Sampaoli cuando se sentó a planificar su trabajo en la Selección. La respuesta la halló en la tecnología.
Durante su gira por Europa para reunirse con los diferentes futbolistas, el entrenador dejó a la exposición su apego por la combinación de la disciplina deportiva con las herramientas de la tecnología.
¿La intención? Atrapar a una generación intervenida por las nuevas corrientes, expresar al detalle lo que pretende del jugador y volcar la mayor cantidad de conceptos en el menor tiempo posible. Sin embargo, este presente es parte de un proceso de prueba y error.
Una de las apuestas más osadas quedó trunca. En su etapa al frente de Chile, el DT intentó aplicar un videojuego parecido al FIFA o PES. "Tenemos un programa interactivo como de Playstation. Cada jugador tiene un joystick y se mueve como debería hacerlo en la cancha", lo había explicado años atrás el propio Sampaoli.
La innovadora idea no prosperó. Según le detallaron a Infobae desde el círculo íntimo del DT, no era "redituable" en términos económicos. Así el Sandball –nombre que se le dio al juego– quedó a un costado pero no su obsesión por esas herramientas.
Síntoma de la génesis de su personalidad, Sampaoli no bajó los brazos y persiguió su idea obsesiva de comunicar por intermedio de la tecnología. Simplificar, agilizar, especificar. Algunas de las bondades que le permite este sistema.
Desde su asunción en Argentina, el DT abrió las puerta para mostrar dos aspectos: reuniones con jugadores utilizando un resumen puntual del extenso material fílmico que recopilan de los diferentes partidos y la instalación de una docena de cámaras de alta calidad en el predio de Ezeiza.
En primera instancia, el cuerpo técnico que encabeza Sampaoli imitó lo hecho en Chile y viajó por toda Europa para reunirse con los principales apuntados para la convocatoria.
En charlas que duraron entre 1 y 3 horas con cada una, utilizan un sencillo programa que acumula y discrimina los puntos que pretenden tocar con cada futbolista. Puede ser el aspecto ofensivo o el defensor. Jugadas personales o movimientos grupales. Un cuadro sinóptico con el nombre del futbolista en cuestión en la cima abre las diferentes pestañas. Dentro de cada una, hay situaciones puntuales del deportista en su club que pretenden rescatar.
Detrás del trabajo final hay un equipo. La piedra fundacional se planta en el predio de Ezeiza con dos analistas de video que tienen la tarea de reducir horas de filmación de cada futbolistas en resúmenes precisos que no excedan los 60 minutos. Las "mil horas" de videos se deben transformar en un material digerible y verdaderamente útil en manos de los artesanos tecnológicos.
El otro tramo de aire fresco que la tecnología arrastró hasta la Selección se puede ver en los métodos de entrenamiento en Ezeiza. Sampaoli pidió colocar más de una docena de cámaras que graban en alta calidad y unos 1300 metros de fibra óptica para que el contenido llegue directamente al edificio que alberga las oficinas del cuerpo técnico.
Cada segundo de la práctica se graba desde diferentes ángulos. Otra parte del material para que sus analistas de video luego transformen el grueso en un trabajo fino y detallado, siempre supervisados por Sebastián Beccacece.
¿En cuánto sirve este trabajo? Los resultados, al fin y al cabo, serán los que darán la sentencia. Lo cierto es que detrás del "éxito o el fracaso" que puedan marcar las estadísticas se esconde un extenso trabajo minucioso.
Ya están en funcionamiento las nuevas cámaras 📹 que utilizará el CT de @Argentina 🇦🇷 para evaluar y seguir de cerca los entrenamientos ✔. pic.twitter.com/4UFaudekka
— Selección Argentina (@Argentina) August 21, 2017
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