Un negativo de la boda real. Un espejo deformado. Una seguidilla de escenas que podrían haber salido de la imaginación de Tim Burton, Roberto Rossellini y Leonardo Favio, mezclados entre sí y en un día de fiebre. Rastros del circo, el neorrealismo y la pasión popular se combinaron y transformaron la tarde de los cientos de curiosos que se acercaron el viernes a los márgenes del casamiento de Messi. Con un elenco que incluyó a un falso Messi (brasileño) en una falsa boda con una falsa Antonela (morena), otra noviecita de 21 años despechada (y tirándose un lance a la fama tinellista), un cura (de mentira), el hombre araña (albiceleste) y, por supuesto, la hinchada de Newell's, la noche tomó por sorpresa la espera de los vecinos.
El falso Messi venía dando vueltas por esta ciudad desde hacía 48 horas. Había hecho creer a algunos medios que su casamiento era real. El personaje, de tenue parecido a Lionel, algo más alto, más flaco, afeitado y con otra nariz, se llama Alex Pereira, tiene 21 años y nació en San Pablo. A Infobae le contó que le gusta el fútbol, o sea que adora a Messi, y que también se siente a gusto con su presunto parecido.
Alex trabaja en una panadería, como mozo, y fue contratado por el programa Panico na TV del canal 13 de Brasil para filmar una parodia kitsch de la boda. Al mediodía lo llevaron hasta el Monumento a la Bandera, a la tarde hasta la casa natal de Leo, en el barrio Sur, y de noche cayó como un meteorito de alegría ante el tedio de los vecinos que esperaban algo de los invitados que no iba a suceder.
En el guión que le escribieron lo hacen pasar por un fanático del jugador cuya obsesión de doppelgänger lo lleva a viajar hasta Rosario para casarse ahí mismo con Andressa, la falsa Antonela, que no se sabe si es la novia en serio o una no-actriz.
Los productores ya habían generado expectativa cuando armaron el altar de cartón contra una de las rejas del City Center. La gente empezó a alborotarse. Hubo quienes incluso creyeron que de verdad venía Messi. Los niños saltaban de ansiedad. Cerca de las siete de la tarde, la hora prevista para el verdadero "sí, quiero", unos hinchas de Newell's prendieron humo rojo y negro en la cuadra para teñir la atmósfera con el color del club de los amores de Lionel. No estaba armado pero justo ahí el falso Messi se bajó de un taxi. Llevaba puesto un traje negro que le quedaba grande. Sonreía sin entender demasiado dónde estaba y qué hacía. A su lado apareció la falsa Antonela. Caminaba incómoda porque el vestido le molestaba en la espalda (ya se había quejado al mediodía de lo mismo). Y descalza. Con un gesto que podía ser estupor o fastidio, Alessa se puso los zapatos en la calle y caminó del brazo de un notero del país vecino hasta la alfombra roja que antecedía a la escenografía de cartón.
La llegada de los novios generó risas y sobre todo aplausos de los vecinos del barrio 17 de Agosto, que está pegado al hotel del City Center (donde antes estaban las siete canchas de fútbol que usaban los vecinos de la zona). Pero fue miel para el enjambre de cámaras de la tele argentina que relataba en vivo el gran suceso y tenía que llenar el espacio de la expectativa real con algo, fuera lo que fuera. Les vino como anillo al dedo, aunque no precisamente el dedo del Messi trucho: cuando la falsa Antonela le quiso colocar el anillo no le entró.
El público aplaudió al fallido matrimonio de ficción como quien celebra la aparición de los payasos en el circo. Una señora incluso les tiró arroz. "Pará que está caro", la retó en chiste otra mujer a su lado, para las carcajadas generales.
"Dale, Antonela, decile que sí al pibe!", gritó el hombre araña albiceleste, que en realidad se llama José y es un vendedor ambulante de merchandising nacional. Junto a su socio Cachi, instalado en la otra esquina del predio del City Center, se pusieron a ofrecer banderas, gorros, sombreros y camisetas argentinas. "Siempre venimos cuando juega la Selección. Esto es lo mismo. Leo es la Selección", justifica Cachi, que tira la lista de precios: una bandera grande sale 200 pesos, la galera, 100, aunque duda cuando se le pregunta por la camiseta. José interviene en el bache y aclara los tantos: "Sale 150, lo que pasa que yo quiero comer asado y Cachi se conforma con una lata de paté, entonces es capaz de vendertela a 20 pesitos".
Andressa, o la falsa Antonela, no fue la única novia en la película imaginaria que se dio en el patio trasero del City Center. Con un pequeño letrero de cartulina, Nerina Cejas, también de 21 años, le anunciaba a Lionel un "Sí, quiero" de letra adolescente. No le importaba a la chica que fuera un poco tarde. Vestida de novia (una amiga de su mamá le prestó el vestido de su casamiento) se quedó esperando como Penelope a Odiseo la salida de su amor imposible. "Yo estudio periodismo y cuando tenía 11 estaba en un programa de radio. Leo vino a un partido a beneficio y me dio una exclusiva. Ese día me enamoré de él", cuenta Nerina, muy dada a las cámaras, hasta que confiesa que su sueño menos que convertirse en Señora Messi sería ir al Bailando. Igual, dice Nerina, tiene pretensiones modestas: "Si Messi sale y se saca una foto conmigo, para mí sería como casarme".