Todo debut genera nervios y ansiedades, y más aún si el rival es el contrincante de toda la vida. Jorge Sampaoli hizo su estreno al frente de la Selección argentina en un Superclásico de las Américas ante Brasil en Melbourne, Australia.
Aunque en los primeros instantes se mostró pensativo y algo cauto, con el correr de los minutos comenzó a verse una típica versión del oriundo de Casilda, que vivió a mil revoluciones el encuentro. Intentando motivar a sus jugadores y dando indicaciones constantemente para no quedar mal parados en la implementación de un nuevo sistema táctico.
En los primeros minutos, el ex Sevilla se mostró enérgico en sus intentos por inculcarle a sus futbolistas que realicen una presión alta dentro del campo de juego. Un claro ejemplo fue en una situación en la que Ángel Di María fue a marcar a un rival y el DT casi se mete dentro del campo de juego.
Luego, en la conquista de Gabriel Mercado, tras capturar un rebote de un cabezazo de Nicolás Otamendi que dio en el palo, Sampaoli desató su euforia contenida. Extendió los brazos y comenzó a saltar mientras de su boca salía un grito de gol que le trajo alivio.
En la segunda parte, el entrenador caminó constantemente de lado a lado dentro del "corralito" del banco de suplentes. Sufrió y se agarró la cabeza por algunas situaciones desperdiciadas por el zurdo del Paris Saint Germain y respiró aliviado cuando Brasil desperdició una chance inmejorable.
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