Faltaban cuatro minutos de los cinco que había adicionado el árbitro Federico Beligoy en el clásico de Rosario pero los violentos de siempre no permitieron que se jueguen. Germán Herrera colocó el 3-1 que terminó siendo definitivo y los incidentes en las tribunas se hicieron presente.
Mientras los hombres del Canalla celebraban el tanto, los simpatizantes de la Lepra arrojaron zapatillas y botellas. Inmediatamente, el arquero Diego Rodríguez debió correrse de su arco porque le lanzaron palos que sostenían las banderas y latas correspondientes a fuegos artificiales.
Beligoy sacó del campo de juego los objetos y habló con el jefe de seguridad. Tenía intención de continuar con los minutos finales del trámite. Pero la agresión al juez de línea Ezequiel Brailovsky fue demasiado.
La autoridad del cotejo decidió ponerle punto final en ese preciso instante el clásico de Rosario y decretó el triunfo del combinado visitante.
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