Segundos antes del comienzo del clásico entre Real Madrid y Barcelona del pasado domingo ocurrió una escena que escapó al ojo clínico de las decenas y decenas de cámaras que mostraron el partido más importante del mundo en la actualidad: el abrazo entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
En ese momento las dos transmisiones oficiales del cotejo en Argentina mostraron el estadio y sus alrededores con un plano cenital (desde arriba) que apenas pudo captar esa muestra de afecto entre los más grandes de estos tiempos.
La comparaciones son odiosas, dicen, pero necesarias. Generan debate, dan que hablar, ayudan a pasar el tiempo de quienes están de uno o de otro lado, en este caso, de las discrepancias (o analogías) entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, tibiamente alimentada por ellos y grotescamente potenciadas por quienes buscan un ganador en la compulsa por determinar quién es el mejor futbolista del mundo, incluso de la historia.
Una de las circunstancias más elocuente de la admiración que se tienen ocurrió en la antesala de la gala del Balón de Oro 2014 cuando Cristiano Ronaldo esperaba para salir al auditorio con su hijo sentado en el regazo de su madre y, advertido de que llegaba Messi, le advirtió de su presencia para que fuera a saludarlo llegando incluso a manifestarle: "Es que vio un video de todos, y habla de ti".
Ellos dieron muestra este domingo de dejar al margen las celos y orgullos para reconocerse con un gesto más que elocuente que pasó inadvertido para las cámaras.