Después de 15 años Talleres y Belgrano volvieron a verse las caras en un partido oficial. El imponente marco que entregó el Mario Alberto Kempes fue un espectáculo adicional en el clásico cordobés, que comenzó con un ritmo tan intenso que no dejó lugar a los errores.
El temor a la derrota era tan perceptible que durante la primera etapa los delanteros no patearon al arco. La velocidad de Melano no significaba ninguna amenaza para la T, y el equilibrio de Giñazú mantenía la paridad en un duelo que estuvo marcado por los esquemas mezquinos de los entrenadores.
En el complemento los de Sebastián Méndez hicieron el desgaste, pero el que golpeó primero fue el combinado de Frank Kudelka. En un contragolpe perfecto, Sebastián Palacios habilitó a Jonathan Menéndez y el joven con pasado en Chacarita demostró su calidad con paciencia eficacia. La apresurada salida de Acosta no intimidó al atacante, dado que éste se tomó su tiempo, amagó y definió al ángulo: una obra para fijarla en un cuadro.
Con más sacrificio que ideas ofensivas el Pirata reaccionó para llegar al empate. A diferencia de su rival, los del Gallego llegaron a la red con una jugada sucia, más parecida a la de un encuentro de rugby que a la estética que exige el fútbol. Los pelotazos frontales y los constantes rebotes convirtieron a Guillermo Farré en el héroe de la jornada. Luego de una década y media, el clásico cordobés terminó con una igualdad que conformó a ambos.
Por Fernando Taveira – ftaveira@infobae.com
Estadio: Mario Alberto Kempes
Árbitro: Facundo Tello
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