El 6 de diciembre de 2015 Daniel Angelici ganó las elecciones presidenciales en Boca. Nueve días después Rodolfo D'Onofrio hizo lo propio en River. El 19 de enero del año siguiente se sentaron juntos en un palco del estadio José María Minella de Mar del Plata para ver el Superclásico que finalizó 1 a 1 con goles de Sánchez Miño y Maidana. Les preguntaron por qué. Contestaron que para dar el ejemplo.
Hoy, poco más de un año después de aquella fraternal relación entre los presidentes de los clubes con más rivalidad del país, el vínculo está roto.
Todo comenzó el 3 de mayo de 2015 por una foto que Ignacio Villarroel, abogado de River, subió a su cuenta de Twitter: "Así vimos el partido en el vestuario porque no nos dieron lugar. Hay que ser y parecer grande", escribió para exponer el supuesto modo en el Boca trató a los dirigentes millonarios en La Bombonera.
Así vimos el partido en el vestuario xq no nos dieron lugar, hay que ser y parecer GRANDE pic.twitter.com/hJTQNHGbUr
— Ignacio villarroel (@Villarroelnacho) May 4, 2015
Aquella jugada fue considerada desleal por Angelici y compañía. El contraataque fue rápido y contundente: "River tenía a disposición el palco visitante pero D'Onofrio decidió irse al vestuario visitante. Es una foto lamentable, me dolió. No sé qué imagen quisieron dar", dijo el presidente de Boca.
El verborrágico Juan Carlos Crespi, vice del Xeneize, lanzó por su parte: "Les dimos el palco de Angelici, había otras personas y no quisieron compartirlo. La foto que se sacaron es vil, de mala leche".
Ante esto, Adrián Varela, presidente de Relaciones Públicas de River, quien estaba presente en la foto, explicó: "Nos ofrecieron dos palcos: el de la segunda bandeja (en la zona de los pupitres de prensa) y el de abajo. Cuando fuimos abajo, estaba lleno. Quisimos regresar al otro pero ya estaba completo y por seguridad nos fuimos al vestuario".
En el medio hubo roces menores, chicanas, pero el quiebre llegó el 14 de mayo de 2015 en la bochornosa noche de Copa Libertadores recordada como la del gas pimienta. La irrupción de D'Onofrio al campo de juego luego del ataque a los jugadores de River y el posterior (y rápido) viaje de dos abogados del club de Núñez a Asunción para exponer lo ocurrido ante la Conmebol, fue demasiado para Angelici.
"Ya lo he dicho en su momento, haber entrado a la cancha de Boca, haber llegado a la Conmebol antes que Boca, que era el único que estaba citado, que haya llevado un certificado oftalmológico de un hospital que no tiene guardia… Un montón de cosas que me parece que en la buena convivencia no correspondía", mencionó el dirigente días atrás en una entrevista concedida a radio La Red.
Ya no hubo entonces posibilidades de remontar una relación tensa, como la de los equipos, cuando se enfrentan en la cancha.
Tanto es así que el 11 de diciembre pasado, Boca intentó pagarle a River con su misma moneda y expuso públicamente sus quejas ante la falta de agua caliente en el estadio Monumental tras el partido que los Xeneizes ganaron 4 a 2 y por la presencia del parlante de la voz del estadio pegado a la ventana del lugar, lo que aturdía a los jugadores de Boca. Cuando esto ocurrió, desconectaron el sonido e inmediatamente se cortó la luz. Así, los jugadores visitantes se cambiaron a oscuras en el estadio rival.
La tensión no se quedó en el llano pero ambos la utilizaron para dirimir espacios de poder. Angelici, que aspira a dominar los destinos del fútbol argentino y sudamericano, desplegó su red de influencias en el ámbito político y judicial para impedir que D'Onofrio ocupe puestos de importancia en AFA y Conmebol.
Ambos niegan que la relación esté rota. De palabra, claro. Los hechos demuestran lo contrario.