En España se habla de un Messi gruñón. Su imagen del final del partido, estoico pese a convertir sobre la hora el gol del triunfo del Barcelona ante Leganés que le permitió al equipo seguir con opciones de ganar la Liga, fue la nota destacada de la tarde. Muchos se preguntan por qué lo hizo, por qué reaccionó así.
El delantero argentino está enojado, molesto con el rendimiento del equipo, principalmente por la debacle de París en Champions League, que ayer no tuvo su contracara pese al resultado. Los blaugrana volvieron a quedar ayer al borde de otro marcador impensado, de no ser por el penal de Martín Mantovani a Neymar que ayudó a los de Luis Enrique, conversión de La Pulga mediante, a disimular el desastre.
Pero ayer hubo un condimento que profundizó su evidente bronca y fue la reacción del público del Barcelona en el Nou Camp, donde en varios pasajes del partido se permitió hacerse oír con silbidos y murmullos que ponían en evidencia tanto errores colectivos como individuales. Uno de los momentos de máxima tensión fue cuando Luis Enrique decidió el ingreso de Andrés Iniesta por André Gomes, víctima de una silbatina indisimulable.
Messi es consciente de que el equipo no funciona en su esplendor y, se sabe, cuando La Pulga no es feliz, las consencuencias suelen ser decepcionantes.
El descargo de Luis Enrique
El entrenador del Barcelona se refirió al difícil momento que atraviesa el plantel luego de la humillante derrota ante PSG en Champions League, en consecuencia de lo cual ayer, durante el encuentro con Leagnés, buena parte de su público dedicó silbatinas a los jugadores.
• "Sabíamos que iba a ser un partido complicado, de donde veníamos y de la situación vivida en Champions, al final es evidente que es una carga y nos ha costado".
• "Empezamos bien pero a medida que fueron pasando los minutos es evidente que en algunos momentos falta confianza pero creo que el equipo dio vuelta un partido que se nos complicaba de todas formas. Ha sido a través de un penal, pero tal como estamos, bienvenido sea".
• "Me quedo con la respuesta del equipo en los últimos minutos, con la respuesta de la afición en los últimos minutos que nos ha apoyado, que es lo que necesita el equipo. Sé que es difícil pero en estos momentos no se necesitan silbidos para los jugadores sino apoyo, cariño y dar la vuelta todos juntos".
• "Yo como aficionado a un equipo, silbar a un jugador de tu propio equipo para mí no tiene ninguna cabida, ningún sentido, pero es evidente que cada uno puede mostrar su disconformidad de la manera que quiera. Lo que puede ayudar al equipo y a los jugadores es el apoyo que he visto de parte de la mayoría de la afición sobre todo en los últimos minutos. Eso es lo que nos hace más fuertes".
• "Entiendo a los que me silban a mí, a esos sí, para eso soy el entrenador. Después de la actuación como la de París es evidente y lógico, acepto cualquier crítica".