Lionel Messi se encarga, partido a partido, de trascender el oficio de futbolista. Es mucho más que eso. Es acaso un mago, un ilusionista, un encantador. Tiene, entre tantas, la particularidad de no conformarse con todo lo logrado. Es (y lo será por mucho tiempo) el máximo goleador en la historia del Barcelona pero ahora pretende otra cosa y lo empieza a lograr: se empieza a hablar de él como un playmaker, el fabricante, el multitalent del Barça, por su capacidad, cada vez más asombrosa, de asistidor.
La Pulga ha marcado en 19 de los 26 partidos oficiales que ha jugado con el Barça esta temporada en la que lleva 28 goles y 7 asistencias (datos de @2010MisterChip).
En la Liga de España acumula 15 partidos, ha marcado 15 goles y ha asistido en otros 3 (es el máximo anotador de la competencia junto a Luis Suárez. También encabeza la tabla de killers de la vigente UEFA Champions League, con 10 goles). Ayer, en el partido que los de Luis Enrique ganaron por 4 a 0 ante Eibar, ninguno de sus pases terminó con tanto de un compañero pero el rosarino dio cátedra con sus asistencias.
La estadística ampliada indica que Messi lleva disputados 554 partidos, anotado 479 goles, servido 185 asistencias y cosechado 29 títulos. No existen registros similares para un futbolista que no necesita demostrar mucho más, aunque en cada partido deje boquiabiertos con cada nueva incursión talentosa y con resultados.