Habían pasado unos minutos de las 22 cuando Juan Martín Del Potro arribó a toda velocidad al Salón Dorado de Parque Norte. La gala de los Premios Olimpia ya había comenzado, pero el tandilense coordinó todo con la producción del evento para su llegada sobre la hora.
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Le ofrecieron entrar en silencio por una puerta trasera. Él, a través de un llamado telefónico, rió y le quitó tensión al asunto: prefirió pasar por la alfombra roja para ser fotografiado, aunque para escuchar su palabra hubo que esperar casi dos horas más.
Llegó manejando su camioneta 4×4 y dos encargados de la seguridad del sitio lo acompañaron por decisión de la empresa organizadora para evitar que la gran figura del momento no pueda disfrutar de la noche en que terminó coronando un 2016 soñado por la intromisión de curiosos.
Hace 12 meses su nombre estaba relacionado más a un ex tenista que a una proyección de N°1 del mundo. Aquel hombre reacio y tímido ante el contacto con la gente, ahora es una estrella al mejor estilo Novak Djokovic: disfruta de la exposición aunque sin la necesidad de grandes estridencias.
Compartió una de las 77 mesas del lugar con su manager Rafael Groppo, Daniel Orsanic, Mariano Hood, Renzo Olivo, Carlos Berlocq y Leonardo Mayer, entre otros amigos del tandilense. Hubo chistes, sonrisas y bromas en una de los sitios destacados del lugar. Síntoma de un grupo unido que logró la primera Copa Davis de la historia.
Fue la estrella de la gala, aunque los deportistas presentes respetaron su intimidad. En el momento que se paró para realizar una entrevista con la televisación oficial del evento, la mayoría de los presentes que lo cruzó intentó grabar el recuerdo con una foto. Delpo accedió sonriente una vez más.
Pasó una entrada de strudel relleno de vegetales con salsa de champagne y chutney de cebollas moradas, también el plato princiapal compuesto por un lomo comprimido con papas rosti y timbal de arroz yamaní crocante. Siempre lo acompañó su copa de agua. A la hora del postre –un brownie con helado de crema y salsa tibia de dulce de leche–, llegó el premio mayor: ganó el Olimpia de plata al mejor tenista y el Olimpia de oro al mejor deportista de la temporada.
La mayoría de la prensa pasó la gala en una sala contigua al lugar principal sin conocer al detalle de la gala. Pasada la madrugada se escuchó su palabra de agradecimiento al Círculo de Periodistas por el premio: "Este premio significa cerrar un año soñada después de toda las cosas malas que tuve que vivir con mi muñeca y estar muy cerca de no jugar nunca más al tenis. Creo que más no puedo pedir para mi vida".
En su mesa ya aplaudía la medallista Cecilia Carranza, justo cuando él dejaba en claro desde el escenario el cambio drástico en su estructura de trabajo: "En parte de esto tuvo que ver el equipo de Copa Davis que me ayudó a conseguir esa copa que nos costó tanto ganarla". Sus compañeros le regalaron una ovación.
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