El cambio de milenio llevó a Diego Maradona y su entorno a realizar un tratamiento específico para dejar atrás su adicción y recuperarse físicamente. Rechazada su visa en Estados Unidos, fue recibido con los brazos abiertos en Cuba, adonde acudió junto a Claudia -su mujer en ese entonces-, Guillermo Cóppola -representante- y Alfredo Cahe -médico personal-. No bien pisaron la isla, fueron acobijados por el mismísimo Fidel Castro.
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Diego salió con su ex agente y volviendo a altas horas de la madrugada se cruzaron con la comitiva presidencial: su camioneta quedó delante del desfile de los mandatarios socialistas y él no dudó en asomar su torso desnudo por la ventana, tratando de saludar a Fidel: "¡Presidente, presidente!".
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Con vía libre en las calles, regresaron a sus hogares para descansar, cuando unos minutos más tarde, Castro irrumpió en la vivienda del Diez. "Yo lo saludé gritando, para que Diego me escuchara y cerrara su habitación con llave, porque teníamos un arsenal ahí adentro", recordó Cóppola, en diálogo con Radio Mitre. Ante la incredulidad del líder cubano, Maradona abrió la puerta en cuero, descalzo y con un short de Boca… ¿El detalle? Tenía una tabla del inodoro colgada del cuello.
Mientras los ojos de Fidel se agrandaban cada vez más, Diego le dijo: "Comandante, buen día, este es un regalo para usted". En ese mismo instante, exhibió una foto de George Bush en la tapa del inodoro y esbozó: "Para que cada vez que la use, se lo dedique". Las risas fueron generalizadas y Cóppola contó que pasaron toda esa mañana juntos.
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"Diego era como un hijo para Fidel, así lo recibió", reconoció el empresario. Además de llevar en su piel la imagen del Che Guevara, Maradona se tatuó a Castro en la pierna izquierda. A principios de los 90, le obsequió una camiseta de Newell's, que permanece en el Museo Nacional del Deporte en Cuba, uno de sus últimos encuentros públicos fue en una nota que le realizó en el programa La Noche del 10 y en el ciclo De Zurda, recibió una carta suya.
Aunque el deporte predilecto de Castro era el béisbol, sin dudas Maradona le generó una empatía con el fútbol que se agrandó con el tiempo.
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