En el Náutico de San Isidro Santiago Lange y Cecilia Carranza son considerados héroes. Desde que llegan hasta que se van son sometidos al pedido de autógrafos y fotos por los propios socios del club, y ellos responden con la predisposición que los caracteriza. "La gente nos está tratando con un cariño increíble. No paramos de disfrutar, a donde vamos nos dicen cosas lindas más allá del éxito", resumió el histórico regatista olímpico en el diálogo que mantuvo con Infobae a la vera del río.
El encuentro no podía ser en otro lugar. Los barcos, el sol y el agua decoraron el marco para la reunión que intentó homenajear al binomio que conquistó Brasil con el brillo del oro. "No somos tanto de las redes sociales y no éramos conscientes de lo que estaba pasando. Lo importante es que ésta repercusión mediática que estamos teniendo es por algo muy positivo. Más allá de la medalla, nosotros queremos trasladar nuestros valores", explicó la rosarina.
El raid por los medios de comunicación fue intenso. Desde el almuerzo con Mirtha Legrand hasta el magazine de Pura Química, los deportistas se comprometieron con todos los que se interesaron por conocer su historia. Por lo tanto, todavía no tuvieron la posibilidad de ver su última regata. Sin embargo, Lange sostuvo que "la primera penalización fue injusta", pero en la segunda la responsabilidad fue propia: "Fue estúpido de nuestra parte haber apretado tanto cuando ya estábamos atrás del austríaco porque ya habíamos ganado el oro. Lo que hicimos fue un milagro".
La gesta se basó en el sacrificio mutuo. Tanto en el aspecto deportivo, como en el físico y mental, los protagonistas debieron lidiar con varios factores que la mayoría desconoce. "Yo antes era una persona que se quedaba atrapada en los errores o las virtudes que tenía; y en Río pude compenetrarme en hacer mi trabajo de la mejor manera posible", explicó Carranza y agregó: "Santi es una persona muy obsesiva y eso le permitió lograr todos los resultados que consiguió a lo largo de su carrera. Creo que la perseverancia fue lo que le gustó de mí".
La cima del podio fue el cierre a una convivencia de más de 8 meses. "Nuestras giras siempre son largas, por eso elegimos departamentos o casas y vivimos como una familia, compartiendo el desayuno y las cenas", deslizó ella sin disimular su risa sobre la cultura gastronómica de su compañero: "Lange tirá cuál es tu plato predilecto".
Él, experimentado, serio y con su voz que impone respeto, atajó la ironía y respondió con sencillez: "A Ceci le gusta comer bien y al principio había peleas porque no teníamos tiempo. Cuando yo llego a la noche tiro unos Don Vicente con aceite de oliva y queso; y con eso me voy a dormir. Cuando tengo que hacer dietas para ganar proteínas le meto dos huevos pasados por agua, pero a ella le gustan verduras salteadas y ese tipo de cosas. Al final teníamos dos cocinas: una con los fideos y otra con lo que Ceci se cocinaba".
Con 54 años, Santiago Lange tuvo una vida de película. Tal es así, que después de su incursión por Brasil recibió varias propuestas para escribir un libro y filmar un documental. La superación del cáncer, sus días en un barco y su relación familiar forman parte del atractivo de su historia.
El día que tuvo que ser operado en Barcelona, sus hijos intentaron acompañarlo a Cataluña para apoyarlo en lo que pudo haber sido el momento más delicado de su entorno. "Ellos tenían un gran desafío y yo estaba bien acompañado con Ceci, mi hermano y amigos de allá. Como creo en las relaciones con mucha libertad, me pareció que ellos debían cumplir el deseo de intentar clasificar a los Juegos Olímpicos. Además, estaba seguro de que iba a salir todo bien y fue un placer apoyarlos en su sueño", se justificó Santiago.
En este sentido, uno de los rumores instalados en su carrera deportiva fue la que se relaciona a su divorcio. Para algunos, Lange sacrificó el matrimonio por amor a la vela, pero esa afirmación fue desmentida por la leyenda nacional: "Fue al revés, intenté dejar el deporte para salvar el matrimonio. Después las cosas no se dieron, pero Silvina es una gran persona, una gran madre y simplemente no se dieron las cosas. Es obvio que esto es mi pasión y ocupa una gran parte de mi vida".
A su lado, Cecilia Carranza mira con admiración a su colega. Ella también tiene una historia porque su pasión por la navegación comenzó desde muy pequeña. "Mis viejos fueron al río toda la vida y a mí me llevaron cuando nací. A los 6 años me pusieron en un barquito para que aprenda a navegar y llegó un momento en el que tenía que decidir qué hacer. A los 18, cuando gente normal acostumbra anotarse en la universidad yo opté por seguir con mi campaña", confesó con orgullo.
Más allá del respeto que se tienen, difícilmente vuelvan a competir juntos. Si bien no lo dijeron explícitamente, su postura dejó en claro las pocas posibilidades de iniciar el nuevo ciclo olímpico en sociedad. Con la mirada al piso en simultáneo con la rosarina, el regatista aclaró que no está "pensando mucho en eso". "Hay que analizarlo porque es una responsabilidad muy grande con una exigencia que te obliga a dejar muchas cosas de lado", continuó el ingeniero y le cedió la palabra a su compañera: "Este equipo todavía tiene que hablar. Si no es con Santi, tendré que saber si existe la posibilidad de hacerlo con otra persona. No hay que apresurarse".