San Sebastián-. El 2017 ha sido un año inusualmente convulsionado para el INCAA: las dos últimas presidentes de la gestión kirchnerista, Liliana Mazure y María Lucrecia Cardoso, fueron procesadas por diversos ilícitos (incluyendo esta singular perla de la primera, actual diputada del FpV: la contratación de su yerno como chofer personal), mientras que su anterior titular, el primero de la era Macri, Alejandro Cacetta, fue desplazado en medio de denuncias mediáticas y críticas de no haberse metido con los "bolsones de corrupción" que anidaban en el organismo (la definición es de Pablo Avelluto, ministro de Cultura).
Ralph Haiek, ex número dos del INCAA y su actual presidente desde abril, aseguró a Infobae durante su breve paso a comienzo de la semana por el Festival de Cine de San Sebastián, donde nuestro país registra una participación estelar en esta edición, que combatir las irregularidades en el manejo de fondos es una de las prioridades de su gestión. En un breve impasse de sus múltiples reuniones y compromisos en el certamen vasco, Haiek, de amplia trayectoria en la televisión y el cine, habló además sobre los desafíos de hacer contenidos en la era del streaming, de cómo "la grieta" se coló hasta en la discusión por el INCAA, y de su peculiar relación con el actor argentino más popular, Ricardo Darín.
—Para empezar, ¿podría hacer un balance de lo que viene siendo una participación argentina muy fuerte en el Festival de San Sebastián?
—Bueno, el Festival de San Sebastián es uno de los más importantes para Argentina; nuestro país es una cantera inagotable de talento, pero el mercado interno audiovisual, ya sea cine, publicidad o televisión lamentablemente no es suficiente para esa enorme cadena que incluye productores, directores, guionistas, técnicos y actores. Entonces se vuelve muy importante poder participar de festivales y mercados internacionales. Y San Sebastián en particular es el más importante de los festivales para nosotros y también para América Latina. Precisamente nuestra participación refleja ese lugar de privilegio; tenemos una docena de películas en distintas secciones, incluyendo dos en competencia oficial, Una especie de familia de Diego Lerman y Alanis de Anahí Berneri, varias más en Horizonte Latino y también en otras de las secciones, proyectos en desarrollo, además de una iniciativa muy linda con chicos de Mar del Plata que vienen a presentar sus cortos acá realizados con el apoyo del festival.
—¿Algo que destaque de esta selección de películas argentinas?
—Algo muy interesante es que varias de ellas son óperas primas y que más del 50 por ciento tienen a directoras, productoras mujeres, eso es muy positivo y, como te imaginarías, algo no tan común lamentablemente.
—Uno de los temas en este festival, al igual que en otros festivales del mundo y en la industria en general, viene siendo las nuevas plataformas digitales y las nuevas formas de consumo de contenido audiovisual. Usted que ha forjado su carrera, entre otras cosas, como creador de nuevos formatos, y ha promovido el on demand y el streaming, ¿podría contar qué está haciendo el INCAA sobre este tema?
—Sí, como bien decís vos, el debate es mundial y es apasionado, es un tema candente. Pero hay una cuestión que es muy simple, y es que más allá de que las salas de cine siguen siendo importantes –pese a que este año justo no es el mejor en lo que se refiere a venta de tickets aún, en Argentina pero también países como Estados Unidos-, lo que está claro es que las nuevas audiencias, las nuevas generaciones, tienen una manera de consumir contenidos audiovisuales diferente. Y eso no puede evitarse, no debe evitarse, no importa la opinión que puedas tener sobre ese fenómeno, es así.
Y esta gestión del INCAA piensa, algo que también impulsaba cuando estaba en la vicepresidencia, que tenemos que ser un instituto moderno, y hacer algo que varios institutos en el mundo ya están haciendo o lo están por hacer, que es pasar a contenidos audiovisuales. O sea, hoy un episodio de una serie de ficción es una película. Y directores de todo el mundo, por supuesto también en Hollywood, que antes hacían películas medias hoy hacen series de ficción y las películas ahora se ven en multipantallas. Y ese público que se interesa, consume, busca cosas nuevas, debate, sobre todo es el público joven, entonces solamente trabajar para aquellos que nada más van a salas de cine significa perder espectadores.
Por eso nosotros desde el INCAA incorporamos televisión e internet en concursos, en fomento, no solo en la producción sino que en exhibición. Y claramente el éxito que tenemos hoy a nivel exhibición es nuestro CINE.AR Play que tiene 800 mil suscriptores para su plataforma gratuita y que también incluye una plataforma de pago para que los estrenos argentinos, especialmente los independientes, encuentren una ventana donde llegar al público, y el público pueda acceder a los estrenos argentinos a un precio módico de 30 pesos.
—¿Está conforme con cómo viene funcionando esa modalidad paga?
—Sí, viene funcionando bien, pero la idea es el año que viene potenciarlo.
—Está el eterno debate sobre qué hacer para que las películas argentinas, más allá de los tanques de Suar o Darín, no languidezcan en un par de salas al momento de su estreno y luego desaparezcan. ¿Cuál es su propuesta para intentar remediar esa situación?
— Bueno, primero dejame decir que afortunadamente en Argentina se produce una cantidad alta de películas por año, una buena cantidad si se la compara con el resto del mundo, pero está claro que el desafío más grande tiene que ver con que estas películas, cuyo nivel es muy bueno, encuentren su público, en las salas pero no solamente en las salas. Y eso tiene que ver con algo muy postergado que es que esas películas tengan un presupuesto mayor, y en ese caso son dos movimientos los que hay que hacer: uno, desde el punto de vista del INCAA, con el costo medio y, otro, desde el punto de vista de los productores, que lo están haciendo acá en este momento mientras hablamos, que es conseguir contrapartes, porque salvo India y Estados Unidos, todos los demás países del mundo necesitan de apoyo de otros países, de las coproducciones, algo que genera no solo fondos sino también audiencias.
—¿La industria cinematográfica de qué país es un buen modelo al cual aspirar? ¿La surcoreana, la francesa?
—Bueno, justamente hoy tuve una reunión de la CACI, que nuclea a los institutos de cine de Iberoamérica, y este debate sobre lo industrial, la diversidad, la cooperación se da siempre y es muy importante. En términos generales, países como Portugal, España e Italia están armando nuevos planes de fomento muy interesantes y nosotros estamos viendo todas estas experiencias, tratando de tomar lo mejor de cada país. Francia obviamente es un gran ejemplo, para ellos el cine es una cuestión de Estado. El modelo alemán también es muy bueno, parecido al argentino, con 40 largos de ficción por año.
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—A principios de año se vivió una crisis en el INCAA con el desplazamiento de su entonces presidente Alejandro Cacetta y en el medio denuncias mediáticas, preocupación del sector audiovisual, rumores de todo tipo. A relativa distancia de esa situación, ¿qué reflexión hace de ese episodio? ¿Se pudo haber manejado mejor? ¿Se fogoneó desde sectores opositores para pegarle al Gobierno?
—Fue algo que tuvo que ver no con un tema del cine sino más bien de la sociedad, con lo que se ha dado en llamar "la grieta", prejuicios que anteceden al sentido común, un fenómeno que hasta el día de hoy se sigue dando en algunos sectores y que ojalá se termine porque creo que todos estamos de acuerdo, y cuando digo todos me refiero desde el Gobierno hasta la productora federal más pequeña, con que al cine hay que apoyarlo. Y uno sale afuera, va a Cannes, viene acá, y Argentina está vista como uno de los países más importantes en el cine. Pero volvés a tu país y te encontrás con burocracia, con mal manejo de los fondos…
Y a lo que aspiramos es que no sean solamente un puñado los productores exitosos, sino que el Estado ayude con mayor inversión, mayor exposición y colaborar también para que los proyectos viajen y consigan los socios internacionales que merecen. Algo que naturalmente está pasando y pasa hace tiempo pero que debería pasar en mayor cantidad dado el gran nivel que tiene nuestra industria.
—Y dado que la razón que se esgrimió para el desplazamiento de Cacetta fue que su gestión no combatió lo suficiente la falta de transparencia en la asignación de fondos, ¿qué medidas ha tomado esta gestión para corregir eso?
—Primero hay que decir que entrar a nuestro edificio era como viajar a principios del siglo pasado, prácticamente era la última repartición pública que tenía los expedientes en papel, y ahora nosotros los estamos sistematizando, digitalizando. Nos va a llevar dos años porque tenemos un stock que, como te dije, es cuantioso de expedientes, que significan proyectos de películas en ejecución. Para darte un ejemplo: hoy en el INCAA para saber dónde está hoy tu película, tu proyecto, se habla de piso, es así de kafkiano y antiguo. La idea es que cualquier ciudadano común pueda acceder a la información sobre cuánto se gastó en cada película, cuánto se gastó en viajes, quién lo recibió, etc.
El sistema anterior que regía en el INCAA, que se puede sintetizar en "repartir mucho entre pocos con mucha burocracia", era bueno para hacer demagogia y malo para la industria, y nosotros queremos hacer una industria exitosa, tanto en la calidad de las películas como de audiencia.
—Por último, la estrella del festival este año es un argentino, Ricardo Darín. ¿Va a juntarse con él?
— Sí, claro que lo voy a ver, pero además sucede que con Ricardo compartimos la secundaria en el peor colegio en esa época, el Colegio Nacional Sarmiento, que era al que los padres se resignaban a mandar cuando tu hijo ya no tenía ninguna esperanza de nada. Fue muy gracioso cuando nos reencontramos en el último Festival de Cannes y dijimos: "¡Qué increíble que dos egresados del Sarmiento terminen como presidentes!". Él en la ficción, en La cordillera y yo en el INCAA, claro, pero igual no dejaba de ser algo insólito, ninguno de los dos lo hubiese pronosticado…