Pocas corrientes estéticas han tenido la agudeza del surrealismo para chocar contra las reglas de lo preconcebido y dejar una fórmula para ser siempre vanguardista, siempre actual, siempre escandalosa y bella al mismo tiempo. La figura de Salvador Dalí es la más conocida del movimiento, incluso lo trascendió y se volvió masiva, popular, farandulesca, aunque claro: el surrealismo no fue sólo Dalí, hubo muchísimos artistas que dejaron una huella en la historia del arte moderno, como es el caso del belga René Magritte (1898-1967). Pero empezando por el principio, ¿qué es el surrealismo?
En el prefacio de Las tetas de Tiresias (1917), Guillaume Apollinaire escribió: "Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo… Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna".
Se podría decir que todo comenzó cuando André Breton empezó a atar los cabos sueltos de una época: descubrió las teorías de Sigmund Freud y Alfred Jarry, las invenciones de Tristan Tzara, las ideas de Jacques Vaché y las obras de Apollinaire. Con un movimiento en auge, escribió el primer Manifiesto Surrealista en 1924 donde lo define como "un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral".
Por aquellos momentos, Magritte estaba en proceso de experimentación. Mamaba del cubismo, del orfismo, del futurismo y del suprematismo soviético pero fue en 1922 cuando la chispa surrealista se encendió en su interior: al ver La canción de amor, cuadro de Giorgio de Chirico, donde se ven objetos disímiles como la escultura de una cabeza griega en yeso y el guante de hule de un cirujano. Entonces empieza a desconfiar de la realidad o, al menos, a desdoblarla y jugar con sus ambigÿuedades. Luego de pintar La túnica de la aventura y El asesino amenazado y de armar reuniones con músicos, escritores y artistas belgas que tenían tendencias surrealistas, en 1927 se establece en las cercanías de París y participa, durante los tres años siguientes, en las actividades del grupo surrealista. Éluard, Breton, Arp, Miró, Dalí, con todos ellos trabó amistad.
Pero, ¿qué es lo que le aporta Magritte al movimiento surrealista? ¿Cuál es su contribución distintiva a una de las corrientes estéticas más rupturistas y vanguardista?
En principio, un resurgimiento del ilusionismo: los obsesiones privadas no aparecen en su obra (como sí en la de Dalí) sino que el interés está puesto en generar un debate. También se dice que el surrealismo de Magritte es mágico por su juego de cuestionar la realidad pictórica. En su ya emblemático cuadro La perfidia de las imágenes retrata meticulosamente una pipa pero debajo escribe en francés "Esto no es una pipa". Su objetivo era contribuir a la mirada del espectador, influir sobre su sensibilidad para que la realidad deje de ser estática y pase a un estado de construcción perceptiva.
De personalidad fuerte y sin demasiadas vueltas, se terminó alejando de los surrealistas. Prefería, como suele decirse, hacer la suya. Indagó en el fauvismo y en las técnicas muralistas. Expuso en diferentes ciudades y conoció la fama en vida. Su obra era magnética: todo pintor que la conocía terminaba siendo influido por ella. Supo de su grandeza, palpó la importancia, la trascendencia.
Dos años después de conocer Estados Unidos por una retrospectiva que le dedicó el Museo de Arte Moderno de Nueva York, murió. Fue en Bruselas, el 15 de agosto de 1967, hace exactamente 50 años. Simplemente su ser desapareció de este plano. Aunque aún está en sus cuadros. ¿Será esa la verdadera realidad?
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