El tejido de una nueva era, en el arte natural y cósmico de Tomás Saraceno

El prestigioso artista y activista argentino residente en Berlín, cuya obra es reconocida en todo el mundo, expone ahora "Horizonte de eventos" una muestra retrospectiva en una galería porteña, mientras la exhibición "Cómo atrapar el universo en una telaraña" continúa hasta fin de mes en el Museo de arte moderno. Infobae conversó con él sobre su singular trabajo.

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(Gentileza Ruth Benzacar)

El artista y arquitecto tucumano Tomás Saraceno (1973) tiene una fascinación por las intrincadas morfologías y los modos de tensarse de las telas de araña, tal como se puede ver en la nueva exposición que acaba de inaugurar en la galería porteña Ruth Benzacar.

Hace años que sus obras de arte -exhibidas en los museos y bienales más importantes del mundo- están ligadas a este tema, pero sus creaciones -visualmente magnéticas- reverberan en el campo del arte como en el de la ciencia. Es incluso la primera persona en el mundo en coleccionar telarañas tridimensionales, consciente de que hasta aquí los científicos se habían fascinado más que nada con las diferentes especies y no con sus tejidos. Su apasionamiento es tal que desarrolló por su cuenta una metodología para escanear las complejas tramas de las telas, como una suerte de digitalización que luego se dedicó a mejorar el prestigioso M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachusetts).

Tal vez por todo esto, uno de los malentendidos más comunes a donde sea que vaya, es que lo cataloguen, con ocurrencia, como el auténtico Hombre Araña, un guiño a uno de los superhéroes más famosos del mundo. Un mito que el artista echa por tierra en pocos segundos, en una entrevista con Infobae: "Spiderman está mal, nunca podría ser, porque las telas las fabrican las hembras y no los machos", dice este tucumano de ojos celestes, entre serio y sonriente, de singular cadencia al hablar, tal vez por haber pasado su niñez entre Tucumán, Italia y San Luis.

Viajero frecuente, egresado como arquitecto de la UBA y radicado desde hace más de diez años en Alemania -primero en Frankfurt y luego en Berlín-, Saraceno embandera la idea de que vivimos todos los días volando alrededor del sol, con los pies sobre el planeta Tierra. En Benzacar acaba de inaugurar "Horizonte de eventos", un término de contenido tan poético como científico, elegido para albergar un puñado de obras de sus series más reconocidas: las esculturas móviles "Ciudades nubes" (Cloud Cities) y las estructuras de tensión suspendidas ("Biosferas"), siempre inspiradas en las complejas hilaturas de sus principales socias, las arañas.

(Gentileza Ruth Benzacar)
(Gentileza Ruth Benzacar)

Algunos astrofísicos han comparado visualmente el origen del universo con una telaraña cósmica, por la geometría de la interconexión de las galaxias. "Las arañas llevan viviendo en la Tierra 140 millones de años, muchísimo más que los humanos, tenemos mucho que aprender de ellas", asegura el artista mientras recorre la sala expositiva de la galería ubicada en el barrio porteño de Villa Crespo (J. Ramírez de Velasco 1287), donde permanecerá la muestra hasta el 16 de septiembre.

"Para la neurociencia, la telaraña es, de alguna forma, parte del cerebro de la araña. Ella no tiene vista como nosotros, su aparato sensitivo es un tímpano expandido que es la tela. Entonces, la tela es como un instrumento musical que van afinando o temperando. Si hay poca comida, las arañas tensan la cuerda de la tela de manera muy muy fuerte, por lo que incluso un mosquito muy chiquito se va a sentir. Y cuando están gordas y comieron demasiado, aflojan las telas y sólo pueden cazar los mosquitos más grandes. Es decir, van afinando su instrumento", relata Saraceno.

Telarañas “atrapadas” en cuadros.
Telarañas “atrapadas” en cuadros.

Esta exposición en Benzacar se muestra en paralelo a "Cómo atrapar el universo en una telaraña", que seguirá exhibida hasta el 28 de agosto en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde Saraceno presentó la tela de araña más grande de la historia, kilómetros de tela tejidos por siete mil arácnidos de la especie Parawixia bistriata, un ejemplar autóctono del norte argentino. Las arañas fueron ingresadas a la sala muchos meses antes de la inauguración, realizaron su labor y antes de que comenzara la muestra, las devolvieron a su hábitat natural. Al mixturar arañas de diferentes sociabilidades, Saraceno "logra" tejidos que de otro modo no existirían en la naturaleza. También en el museo, en otra de las salas, se presenta la instalación "Orquesta aracnocósmica" (The Cosmic Dust Spider Web Orchestra), un ensamble rítmico que incluye una araña Nephila clavipes en su tela, el movimiento del polvo que flota en el aire y el vaivén del visitante por la sala, amplificado.

En Benzacar, se pueden ver también las telarañas "encerradas" en cuadros, enmarcadas y aplastadas con el vidrio sobre papel, luego de ser rociadas con una tinta especial para darles visibilidad. "Hay 50 mil toneladas de polvo cósmico que ingresa a la Tierra cada año, polvo que es más viejo que este sistema solar, y una partícula de polvo cósmico nos toca a cada humano en el planeta Tierra todos los días. La telaraña es un filtro: colecciona un montón de polvo. Me gustaría pensar que el polvo que atrapan estas telarañas -estos cuadros- es más cósmico que terrenal, y así atrapar las partículas cósmicas",se ilusiona este artista que exhibió en la Bienal de Venecia 2009 y en el Roof Garden del Met de Nueva York, en 2012, entre otros sitios.

(Gentileza Ruth Benzacar)
(Gentileza Ruth Benzacar)

Las categorías o clasificaciones parecen no ser suficientes a la hora de referirse a la obra de este creador que en el 2013 causó furor con la impactante instalación "In orbit" en la ciudad alemana de Düsseldorf, un laberinto de esferas transparentes conectadas entre sí por redes que el público podía recorrer, a 24 metros de altura.

Sus obras son parte de un proyecto mayor que él mismo bautizó "Aeroceno", una era futura que propone reemplazar a la actual, denominada Antropoceno, en la que el hombre, con su nocivo impacto sobre la Tierra, va camino a transformase en una fuerza disruptiva "aun mayor que la de cualquier meteorito que pasó por el planeta".

"La mayoría de mis obras trabajan sobre los lazos de codependencia en un sistema ecológico", declara, y rápidamente alude a sus esculturas flotantes -como globos, aunque asegura que no le gusta esa palabra-, elaboradas con bolsas plásticas reutilizables, que responden al lema de ser infladas por el aire, levantadas por el sol y trasladadas por el viento.

"Los artistas tenemos la sensibilidad de anticipar muchas veces cosas que todavía no son cuantificables ni medibles, pero las sentimos y tratamos de expresarlas", indica Saraceno, que fantasea con modificar la legislación aérea de la Argentina y promover el día internacional de vuelos libres de combustibles fósiles. "Una celebración que dure un día en la que ocupemos el aire de una manera distinta, con estas esculturas flotantes", imagina Saraceno, que prepara para 2018 una exposición que promete ser monumental, en los diez mil metros cuadrados del célebre Palais de Tokyo de París.

-¿Dónde está el arte? ¿Dónde está el activismo? ¿Y cómo comulgan?

-Exacto. Es a partir de tu interlocutor, que lo ve más activista o más artístico. Me interesa cómo podés desplazarte desde el arte para provocar encuentros o conexiones en las redes que empujan los límites. El arte por definición trata de irrumpir en otros ámbitos. Y dentro del arte que yo practico me parece que hay determinada urgencia. Estamos tratando de entender lo que hizo Trump en Estados Unidos, una persona que niega el cambio climático, que salió del Acuerdo de París, con todos los países del mundo diciendo que no es así. ¡No lo puedo creer! Si parte del proyecto que yo hago tiene que ver con la ecología, con la sustentabilidad, con relacionarse de una forma distinta con el aire, podemos empezar a generar narrativas que reviertan el lugar de entendimiento de donde estamos viviendo y me parece hay un nivel de urgencia que es latente. La muestra en el Mamba fue hecha por arañas. El Museo Aerosolar ocurre el aire. Se trata de redefinir los lugares en donde pasan las obras de arte y cómo las construimos.

La utopía máxima de Saraceno no es un secreto: la humanidad y una futura existencia aérea, en ciudades flotantes, en las nubes. En línea con el pensamiento de creadores como Alejandro Xul Solar y sus Vuel Villa, o la Ciudad Hidroespacial de Gyula Kosice, de quien Saraceno se declaró siempre admirador.

"Me gustaría tratar de entender a dónde estamos volando todos juntos en esta tierra. No nos quedemos sólo con las nubes terráqueas… hay nubes de galaxias, hay nubes de constelaciones, hay nubes de montones de cosas", se entusiasma Saraceno. Y enseguida desliza su mano sobre una de las esculturas compuesta de órbitas sostenidas puramente por su tensión mutua, una constelación ubicada justo debajo de la inmensa claraboya del techo de la galería, por donde ingresa cada tarde la luz del sol, como un recordatorio de nuestro movimiento elíptico a su alrededor.

*Horizonte de eventos, de Tomás Saraceno. En Ruth Benzacar, J. Ramírez de Velasco 1287, hasta el 16 de septiembre. Horario: de martes a sábado de 14 a 19. 

 

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