La pregunta qué es internet debe seguir siendo formulada, sobre todo porque aún es una red vigente que no ha mostrado todo su potencial. Mientras siga cambiando de forma, siga creciendo, siga sorprendiéndonos, la interrogación tiene que continuar latente. En ese tapial que separa dos abismos -de un lado los optimistas de la red que ponderan su carácter democratizador, del otro los apocalípticos que sólo ven vigilancia y desinformación- camina la profesora y ensayista holandesa José Van Dijck, con sumo equilibrio y cautela. "Hace cinco años, cuando terminé el libro, nunca hubiera imaginado lo que está pasando ahora", le dice a Infobae, sentada en el centro de un auditorio vacío. El jueves 29 de junio por la tarde dará una charla junto al académico Martín Becerra titulada "Redes sociales: una mirada crítica". Ahora, en el Salón Auditorio Ingeniero Héctor Amorosi de la Fundación OSDE, habla muy animada del asunto. El motivo de esta visita a la Argentina es presentar La cultura de la conectividad. Una historia crítica de las redes sociales, su último libro, publicado en 2013 y traducido al español a fines del año pasado.
En ese compendio de 300 páginas, la autora explica la importancia de no ceder frente a los espejitos de colores de las redes. Habla, por ejemplo, de un principio de popularidad que las rige. La búsqueda del like, la viralización como forma de vida, el uso del clickbait -títulos que generan intriga- fomentan "una ideología que valora la jerarquía, la competencia y el lugar del ganador". Estos microsistemas conducen a que el capital esté en manos de grandes compañías que hacen de los usuarios objeto de una doble explotación: "como trabajadores -producen el contenido de las plataformas que se basan en él- y consumidores obligados a readquirir sus propios datos procesados, al tiempo que resignan parte de su privacidad". La mirada de Van Dijck está puesta en el doble juego de las redes: no sólo son los usuarios quienes las construyen con sus propios contenidos, también esas estructuras moldean las subjetividades de los usuarios.
"No soy temerosa ni optimista. Lo que quiero es que sepan cómo funciona internet y que todos puedan tomar posición. La gente tiene que estar al tanto de los valores públicos que forman parte de las sociedades democráticas y defenderlos activamente en el mundo online", comenta la holandesa en esta entrevista donde no sólo habla de privacidad y vigilancia, sino también de los microsistemas -así llama a las distintas plataformas, "ecosistemas de medios conectivos"- y sus estrategias para "hacer técnica la sociabilidad". Frente a todo esto, ¿es posible vivir con los ojos cerrados sin ver los conflictos que se generan en la web, que explotan a nuestros costados, que repercuten en nosotros y nos transforman? ¿Es posible taparse los ojos frente al crecimiento desmedido de compañías como Facebook o Google y adjudicárselo a la libertad del mercado? Lo es, pero esa no es la salida.
– ¿Se puede seguir pensando internet con la oposición entre lo virtual y lo real?
– No podemos seguir hablando de dos mundos donde uno es real y el otro es virtual. Se han fusionado completamente y la prueba de eso es mirar a nuestro alrededor: la gente camina con sus teléfonos, allí buscan dónde ir… todo tipo de comunicación está mediada por los dispositivos que usamos. No sólo en los dispositivos sino también los softwares dentro de los dispositivos y todos los mecanismos ahí insertos. Así que cuando uno camina y busca un lugar para comer o pasar el rato se conecta con el dispositivo. Cuando quiere buscar un amigo utiliza una plataforma que lo pone en contacto con alguien que no conoce pero que está buscando también tener algún tipo de relación. En resumen, toda nuestra vida está online, estamos todos conectados en y a través de estos dispositivos.
– En su libro hace una distinción entre las redes sociales que fomentan el contacto interpersonal, como Facebook y Twitter, y aquellas en las que los usuarios generan el contenido, como Wikipedia y YouTube. ¿Qué implicancias tiene esta distinción?
– El contenido generado por los usuarios es distinto al contenido generado de forma profesional, pero por otro lado ambos son distribuidos por las mismas redes, así que si usamos videos en YouTube también vemos contenido profesional. Lo interesante de YouTube es que es una red que distribuye en todo el mundo todos los contenidos, sean realizados profesionalmente o no. Pero en general creo que uno de los motivos por los cuales las redes son tan importantes es por estos contenidos generados por usuarios. Nunca ha habido un momento en la historia donde haya tanto contenido generado por usuarios, y es por eso que los medios sociales han explotado, porque todos sacan fotos, hacen videos y los suben. El problema es que ya no hacemos una diferencia específica entre estos dos tipos de contenidos entonces, por ejemplo, si tomamos el tema de las noticias falsas, ¿quiénes las producen? Supuestamente las producían profesionales pero no son profesionales, tampoco son usuarios amateurs, sino que son algo intermedio. Solíamos tener organizaciones profesionales que mediaban entre lo que se llama noticia y lo que no se califica como noticia, pero en el contexto de internet todo es borroso: ¿qué es lo que se puede calificar de noticia y qué no? ¿Qué es lo producido por aficionados o por profesionales y qué noticias son utilizadas por personajes que verdaderamente no saben lo que son las noticias en sí?
Toda nuestra vida está online
– ¿Qué parte de ese contenido es genuino? ¿Cómo influyen las redes sociales en la generación de ese contenido?
– Es importante esta cuestión porque hay mecanismos embebidos dentro del software y de las plataformas que usamos que producen clickbait. Eso lo llamamos comodificación de los clicks (comodity + modificación) y está embebido en, por ejemplo, Facebook o Google: cuanto más clickea uno, más noticias del mismo tipo obtiene. Entonces, si usted es propenso a clickear noticias de deportes o noticias falsas o algún tipo de contenido específico, va a tener más publicidad y más noticias de la misma categoría. Por ejemplo, Facebook dice: nosotros no producimos noticias, nosotros distribuimos contenido, y le damos a los usuarios las noticias y anuncios que ellos quieren, nosotros simplemente se los acercamos. Facebook distribuye más del 50% de las noticias en Estados Unidos a través de NewsFeed que es su funcionalidad pero no se hacen responsables de seleccionar y producir las noticias, sino de contactar a los publicistas con los artículos. Entonces, están desagregando contenido de publicidad y después lo vuelven a agrupar de distintas maneras, pero no asumen la responsabilidad por las noticias que incluyen en su NewsFeed. Su NewsFeed va a ser totalmente distinto del mío y eso es lo que nosotros llamamos la personalización de las noticias.
– ¿Y cómo influye acá su concepto de principio de popularidad?
– Por supuesto que acá la popularidad es muy importante. Cuanto más popular sea un medio, tanto más influyente será con respecto al contenido que difunde. Y por eso, hace unos meses, después de las elecciones de Estados Unidos, Facebook fue considerado responsable por las noticias falsas y la burbuja filtrada que difundió. Pero Facebook dice: nosotros no somos una compañía de noticias, no somos responsables. Cada vez más la gente los considera responsables y les dice: ustedes tienen que usar filtros y hacerse cargo de lo que difunden. Entonces lo que ha hecho Facebook durante los últimos meses es introducir una aplicación donde los usuarios pueden decir: estos son noticias falsas, no las quiero. Por supuesto, lo que están haciendo es tercerizando el servicio para que un tercero decida qué es una noticia falsa.
– Es muy difícil pensar las redes sin ese principio de popularidad, ¿podría haberse desarrollado de otra manera?
– Facebook en este momento tiene 1.900 millones de usuarios en todo el mundo. Eso es gigantesco. No ha habido una compañía de medios que haya tenido el alcance que tiene Facebook. La popularidad es ciertamente parte de su mensaje y su éxito. Si no fuera por este alcance mundial y por su popularidad entre sus usuarios, no habría alcanzado el efecto en la red porque eso sólo sucede si uno tiene miles y miles de usuarios. Entonces cuando Facebook empezó a crecer, que fue entre 2007 y 2009, en ese momento todavía había redes nacionales. Por ejemplo había una en los Países Bajos, pero en 2010 Facebook se había vuelto tan popular a nivel mundial que todas las redes nacionales y locales lentamente empezaron a desaparecer. Así que la popularidad ha sido esencial para el crecimiento de la empresa.
– ¿Es esa misma idea de popularidad lo que lleva a una guerra entre empresas?
– Lo que hemos visto en 2012 en las redes sociales es que Instagram y WhatsApp se han vuelto muy populares y despegaron, sobre todo en el grupo de los más chicos, entre 10 y 18 años. Entonces, ¿qué hizo Facebook entre 2013 y 2014? Compró WhatsApp e Instagram. Básicamente compró a sus competidores y se volvió aún más grande de lo que ya era. A mayor número de usuarios, tanto mayor es su atractivo para que una de las grandes empresas lo quiera adquirir.
Facebook compra a sus competidores cuando se vuelven muy populares o copia esas funcionalidades que no son de su propiedad
– ¿Qué lugar ocupan las stories en este panorama, si tenemos en cuenta que muchas redes sociales ya las tienen como herramienta?
– Snapchat es uno de los pocos que se ha mantenido separado, que no ha sido adquirido por Facebook. Trató de adquirirlo dos veces, pero siempre se ha mantenido independiente. Pero, ¿qué hizo Facebook al respecto? Básicamente copió esa funcionalidad y la integró. O compra a sus competidores cuando se vuelven muy populares en distintos grupos etarios o copia esas funcionalidades que son muy populares en la competencia y que no son de su propiedad.
– ¿Y la multiplicación de smartphones qué rol juega? ¿Acelera la cultura de la conectividad?
– Definitivamente. Esto es algo que pasó después de 2012. Todo el tráfico social a través de los dispositivos se aceleró notablemente porque se puede consumir desde cualquier lugar. Eso es lo que llamo la sociedad de las plataformas, en donde todas las actividades sociales y económicas están mediadas por dispositivos, plataformas y software.
– ¿Y se puede salir? ¿Hay escapatoria?
– Una vez que has entregado tus datos como usuario o al clickear el botón de "estoy de acuerdo" estás cediendo los derechos de tus datos. Y esto es gran parte de la lucha en Europa donde como usuario no podés controlar tus datos. El problema con respecto a estas condiciones de uso es que son muy largas y muy complicadas e incluso los abogados tienen problemas para entender cada una de ellas, entonces lo que uno hace es ceder esos derechos. Así que básicamente eso es lo que está pasando ahora y es muy difícil salirse del sistema porque uno es parte de esta red y de la sociedad del big data.
Es muy difícil salirse del sistema porque uno es parte de esta red y de la sociedad del big data.
– Muchas personas usan nicknames, seudónimos o se cambian la identidad para no quedar tan expuestos. ¿Es una posible salida?
– Sí, pero no podrías usar para tu propio empoderamiento todas estas plataformas, porque si querés comprar algo necesitás tu nombre correcto, tu dirección correcta. Esa es la doble faz de internet. Podés usar un seudónimo pero no podés evitar entregar los datos como usuario para ejercer algunas acciones. Y aunque uses un seudónimo también vas a ceder datos sobre tu comportamiento. Para registrar tu dispositivo iPhone o lo que sea necesitás un nombre verdadero. Gran parte de los datos se bajan automáticamente, los cedés sin más. Vos podés circular por la internet usando un seudónimo pero no podés retirarte del mundo online. Por supuesto: hay un mundo gris, la deep web. Aunque quieras evitar usar tu nombre correcto te siguen rastreando a partir de los datos que vos mismo proporcionás. La privacidad es un valor público muy importante, especialmente en Europa en donde las redes online de los Estados Unidos dominan y controlan el tráfico. Están negociando con los reguladores así que el año que viene, en 2018, va a aprobarse la Reglamentación General sobre la protección de Datos, porque en los países europeos tienen legislación mucho más estrictas que en las compañías norteamericanas activas en internet.
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