De qué hablamos cuando decimos "teatro"

Una riquísima muestra inaugurada en el Museo Castagnino – MACRO, de Rosario explora la cada vez más estrecha relación entre el arte contemporáneo y la experiencia teatral

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Al menos desde el dadaísmo, el arte no vaciló en recurrir a la experiencia escénica con el fin de perfeccionar sus efectos. El teatro, entretanto, no ha cesado de merodear las regiones del arte contemporáneo en busca de sofisticación conceptual, aires de renovación y vías francas entre lenguajes afines. A menudo curador y dramaturgo intercambian sus roles, lo mismo que actor y performer. La exposición "Mínimo Teatral", recientemente inaugurada en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, explora con tenacidad estos vaivenes en la rica historia del teatro y el arte argentinos.

Roberto Jacoby, “Fotografías” (2016)
Roberto Jacoby, “Fotografías” (2016)

Se trata, ante todo, de identificar las expresiones del arte actual que recurren a lo performático, el histrionismo y la disposición de elementos escenográficos. Las obras van desde la gestualidad afantochada con que Roberto Jacoby decidió autorretratarse en un friso fotográfico, hasta la pantomima al margen de todo lenguaje articulado que proponen las videoinstalaciones de Pablo Uribe. Con sutileza, Leticia Obeid persigue el misterio de los gestos de Katharine Hepburn y James Stewart a través de lo que dejan entrever los fotogramas de un clásico de Hollywood. Una vez más, Miguel Mitlag dispone su impecable dramaturgia de objetos inertes, materializa un set televisivo y monta la plataforma para un striptease que tal vez nunca ocurra.

Miguel Mitlag, “Sin título” (Serie
Miguel Mitlag, “Sin título” (Serie TvSet, 2012/2013)

Una pieza de arte de instalación puede pensarse como el marco idóneo para una obra de teatro virtual, y nada impide interpretar una escenografía teatral como un caso especial de arte de instalación: tal vez el aporte de Mariana Tirante se inscriba en esa línea. El drama facial de un actor es analizado digitalmente en una obra de Joaquín Aras, mientras que, en la sala de abajo, Mauro Guzmán arma un plató de filmación tan trash como la ficción que engendra: otro episodio de "La Guzmania", su serial mutante nacido de la ruina del cine.

Mauro Guzmán, “La Guzmania y
Mauro Guzmán, “La Guzmania y las muñecas dragonas” (obra en proceso, 2017)

Narrada a más de una voz, la propuesta de los curadores exhibe su preocupación por el registro y la exhibición de los fenómenos teatrales. El Instituto Di Tella sigue siendo, desde luego, el espacio local donde la experimentación escénica encuentra su objeto de añoranza privilegiada. Típicamente, se construye un linaje de las experiencias actuales a partir de prácticas usuales de la década del sesenta, como el happening, la performance y el arte de instalación. Esta veta documental se enriquece con la biblioteca teatral que Graciela Carnevale decidió compartir, no sin plantear una reflexión metodológica sobre la constitución de su archivo personal.

Al recorrer las salas, podemos reírnos con las conferencias de Jorge Bonino o entristecernos con el documental sobre Liliana Maresca, cuyo título –"Frenesí"– alude a esa retrospectiva de su obra que la propia artista no llegó a presenciar en 1994. Podemos recordar, si es que lo sabíamos, que con Emeterio Cerro la estética "neobarrosa" encontró también a su dramaturgo. O recuperar las canciones tempranas de Nacha Guevara y Alberto Favero, así como el humor musical de I Musicisti, el grupo del que surgiría Les Luthiers.

Marilú Marini y Ana Kamien
Marilú Marini y Ana Kamien en “Danse Bouquet” (1965, Archivo ITDT)

Siempre pertinente, esta enciclopedia documental se volvería fatigosa si no la apuntalara una inquietud más profunda. ¿A partir de qué condiciones mínimas se produce el fenómeno teatral? ¿Podemos conjurar la magia del teatro a la vez que prescindimos de los actores profesionales, la dramaturgia clásica, el telón, el espectador apoltronado en la oscuridad? Nadie enunció y desarrolló mejor estas preguntas que la directora Vivi Tellas a partir de la invención del "biodrama". Un público embrionario, un texto que se reitera, un conato de vestuario: bastarían esas pautas para establecer un umbral mínimo de ficción y descubrir lo escénico en cualquier recodo trivial de la experiencia. En una muestra titulada "Mínimo teatral" no podía faltar la instancia en que pudiéramos recobrar, a través del registro de los ensayos, algunos de esos biodramas en los que Tellas logró secuestrar fragmentos de lo real para atesorarlos mejor en escena.

“Disc Jockey” (2008), biodrama de
“Disc Jockey” (2008), biodrama de Vivi Tellas con Carla Tintoré y Cristian Trincado

Aunque el planteo general es minimalista, todavía cabe radicalizarlo. Porque el umbral de ficción, ¿no se autodestruye en cuanto aguzamos la mirada? Si Marechal parodió los happenings porteños en un capítulo de Megafón, o la guerra (1970), Borges y Bioy concibieron la humorada de un grado cero del teatro donde el umbral de la ficción estuviera abolido de antemano. En una de las Crónicas de Bustos Domecq (1967), se habla de un genio que asesta un golpe mortal al teatro de utilería y parlamentos, alumbrando la dramaturgia inédita que estos ironistas decidieron llamar "el teatro universal": ese donde cada uno, incluso el más desprevenido, es desde siempre un actor y donde la vida, en toda su insignificancia, provee el incesante libreto.

*La muestra "Mínimo teatral", con curaduría de Fernanda Pinta, Irina Garbatzky y equipo MACRO, se inauguró el 9 de junio y permanecerá abierta hasta el 20 de agosto en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Bv. Oroño y el río Paraná), de martes a domingo, con entrada libre y gratuita.

**Acompaña la exposición una serie de actividades con artistas, críticos, investigadores, editores, dramaturgos y actores. La agenda completa puede consultarse en http://www.castagninomacro.org

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