Las manos son capaces de construir y de destruir, de acariciar o de golpear, de asistir o de oprimir, de agarrar o de soltar. El origen etimológico de la palabra proviene del latín "manus", que en el lenguaje jurídico romano significa potestad. Por tanto, lo que uno tiene entre sus manos, lo tiene en su poder. La fuerza de su simbolismo ha vuelto a las poderosas manos protagonistas de refranes, poemas, canciones, y de famosas obras de arte como Las manos de Dios de Auguste Rodin, y Las manos que oran de Alberto Durero. Sin embargo, el destacado artista contemporáneo Lorenzo Quinn (1966) logró llevar el homenaje a las herramientas más primitivas del ser humano a un nivel impensado. Con su monumental escultura Support, las manos dejaron el reparto para obtener su primer papel estelar.
Instalada en el Gran Canal de Venecia, para la 57a edición de la Biennale, esta imponente obra está compuesta por dos enormes manos que emergen en las calles flotantes de Venecia, para proteger y "sostener" al histórico edificio Ca´Sagredo Hotel -Campo Santa Sofia, 4198/99, 30121 Venezia-.
La mano que soporta al edificio por el frente mide más de nueve metros (948,5 cms y 2303 kilos) y la que lo toma por el costado casi ocho metros (776,7 cms y 1942 kilos). El dato que pocos conocen, y que no es menor, es que el reconocido escultor tomó como moldes para la gigantesca instalación las pequeñas manos de su hijo Anthony, de once años. Lorenzo utilizó las manos de su hijo como simbolismo de la fortaleza y la fragilidad que conviven en la esencia de la especie humana, como demostración de la pasión por "los valores eternos y las emociones auténticas" que pretende transmitir en todas sus creaciones y, por sobre todo, como exposición de la necesidad de un compromiso intergeneracional ante las catástrofes medioambientales que acechan al mundo.
La instalación escultórica Support, imposible de pasar desapercibida bajo cualquier tipo de circunstancia, es un llamado a la concientización acerca del peligro que corre la fascinante y romántica ciudad del noreste de Italia, gravemente afectada por el cambio climático. "Venecia es una ciudad de arte flotante que ha inspirado culturas por siglos, pero para que continúe siendo así necesita el apoyo de nuestra generación y de las generaciones futuras, porque se encuentra amenazada por el cambio climático y el tiempo se acaba", expresó Quinn.
En diálogo con Infobae a través de un intercambio de mails, el artista confesó que como desafío personal quiso "esculpir la parte del cuerpo más complicada, técnicamente hablando, y, por otro lado, representar el valor de las mismas: las manos tienen tanto poder, el poder de amar, de odiar, de romper y de crear".
Lorenzo Quinn, hijo del actor, productor y director de cine mexicano-estadounidense Anthony Quinn y de la diseñadora Lolanda Addolori, es un polifacético artista que desde los 21 años forjó su nicho dentro de la escultura. Sus influencias más claras y rotundas son Miguel Angel, Gian Lorenzo Bernini y Auguste Rodin. Es considerado uno de los escultores más populares y vanguardistas de la contemporaneidad. Las obras de Quinn giran en torno al ser humano, el mundo, la naturaleza, y las dos fuerzas eternas, opuestas y complementarias, presentes en todas las cosas: el Yin y el Yang. En las manos, Lorenzo encontró la síntesis y figuración de todo ello: "Son como herramientas que reflejan la ambigüedad de la naturaleza humana. Tienen la capacidad tanto de destruir el mundo, como también tienen el poder de salvarlo".
* De la mano de Halcyon Gallery, Quinn muestra "Support" en la 57a Bienal de Arte de Venecia
______
LEA MÁS
ORLAN: "La belleza es una ideología dominante"
La vida trágica de Isadora Duncan, la mujer que tenía alas en los pies
______
Vea más notas en Cultura