En su recorrido como escritor, periodista y director editorial, lleva publicados veinte libros. Comenzó con poesías y textos humorísticos para luego desarrollarse en los cuentos infantiles. En el camino escribió en diarios y revistas; algunas las dirigió y también editoriales. Como director institucional y cultural de la Fundación El Libro, hoy tiene a su cargo la Feria Internacional del Libro, que se realiza anualmente en Buenos Aires y que se inaugura el jueves 27 de abril, y la Feria Infantil y Juvenil.
A la hora de definirse como lector, no duda: "Se puede decir que soy un adicto. Cuando uno se construye como lector, no puede dejar de leer. No creo que la mejor palabra sea hábito, porque hay una pasión lectora".
—¿Cómo se forma un lector? ¿Si pienso en un niño, cómo se lo estimula? ¿En qué momento se empieza?
—Hay mil caminos para llegar al libro, y muchos son a veces sorprendentes. Es verdad que un clima familiar favorable hace seguramente posible la construcción de un lector. También es verdad que la escuela, si se maneja bien, tiene una buena política de acercamiento y de seducción hacia el libro, ayuda. Pero cada lector es un misterio en sí mismo, es difícil tener fórmulas absolutamente seguras. Uno sabe casos de personas que se criaron en casas donde no había libros y son grandes lectores. Trabajamos para que sean muchos los que leen, pero la fórmula exacta no existe.
—¿Cómo se hace con las nuevas tecnologías? ¿Pierde terreno el libro o hay que lograr alianzas?
—Se han ido produciendo alianzas, incluso con sorpresa por parte del sector del libro, que pensaba, por ejemplo, que el mundo de internet y las redes sociales iban a ser hostiles. Nada de eso ocurrió, al contrario, hoy las redes trabajan en favor del libro de mil maneras, está el mundo de los blogueros, el mundo de los booktubers, el mundo de las revistas virtuales, las grandes tiendas de venta de libros. Nosotros tenemos una herramienta que nos hace invencibles, si trabajamos, no es que con sólo tenerla ya está, pero el libro no está en peligro.
—¿Cómo somos como lectores los argentinos?
—Es difícil, como dijo Churchill cuando le preguntaron sobre los franceses: "No sé, porque no los conozco a todos". A mí me pasa lo mismo, no conozco a todos los argentinos. En líneas generales, socialmente la Argentina cumplió un objetivo único en América Latina hace un siglo y medio, con la alfabetización masiva. Les inculcó a los sectores populares la idea de que el libro era una herramienta casi sagrada. Esa idea está y no nos pone en malas condiciones. Nosotros podemos trabajar para crecer en el mundo del libro, esa realidad no la tienen necesariamente todos. Tenemos un país que tiene mil doscientas librerías, además de que hay otras bocas de venta como los supermercados, los kioscos de diarios y revistas. Hay más de dos mil bibliotecas en la Argentina. Nada de eso habla mal de la Argentina y su historia con el libro, pero hay que trabajar.
—¿Cómo está la industria hoy?
—El momento no es bueno, porque el año pasado fue un año económicamente malo. El libro no es una herramienta de primera necesidad, no es alimento, y las librerías han sufrido mucho. Las editoriales mermaron sus novedades y redujeron la tirada promedio de salida de la novedad. Ahora nos jugamos, nosotros, que de alguna manera abrimos el año al estar tan tempranos en el calendario, a trabajar para que podamos dar vuelta esa situación.
—La respuesta de la gente con la Feria es muy buena siempre, pero no necesariamente se traduce después a la hora de ir a comprar el libro.
—Trabajamos para que sí ocurra eso, es verdad que no tenemos la manija de esa situación, pero logramos un momento de mucha empatía, energizamos al lector, trabajamos para que luego la tarea la continúen la librería y la biblioteca. Es verdad que a veces somos una isla.
—¿Es la feria más importante de Latinoamérica?
—En el mundo de habla hispana compartimos el liderazgo con Guadalajara. La ventaja nuestra es que la Ciudad de Buenos Aires es una ciudad que es una esponja absorbiendo cultura. No tenemos la economía que tiene México, por otro lado, pero tenemos una feria que, contando los días de profesionales, son veintiún días de duración, es una de las ferias más extensas y lo cierto es que está siempre llena.
—¿Y en lo personal la responsabilidad que implica ser el director de esto?
—Esa responsabilidad descansa en un equipo muy veterano, muchos de ellos más veteranos que yo y muy responsables, con mucha creatividad, con mucha capacidad de respuesta. Trabajamos todo el año, amén de que organizamos también la Feria del Libro Infantil y Juvenil, pero, más allá de que programemos y programemos y hagamos previsiones de lo que sea, vivimos en el reino móvil de lo imprevisto.
—¿Cuáles son los imperdibles de esta edición de la Feria?
—No hay un sólo público para la Feria del Libro. Los amantes de la literatura tienen, por ejemplo, el diálogo de escritores latinoamericanos; son siete mesas de discusión temática donde desde México hasta aquí vienen los escritores latinoamericanos más importantes. El Festival Internacional de Poesía tiene poetas de todas las latitudes. Los adolescentes tienen todo el movimiento de literatura juvenil con escritores internacionales y nacionales; vienen tres británicos, cuatro norteamericanos, vienen de Brasil, están los argentinos, está el Encuentro Internacional de Booktubers, que es muy novedoso. Hay públicos interesados en los libros de divulgación científica, Conicet organiza unas charlas muy interesantes sobre distintos temas que importan a los que leen ese tipo de temática. Para la gente que lee religión, viene Leonardo Boff, el teólogo brasileño. La gente que lee política va a tener este año muchos libros, porque con las elecciones muy cerca salen libros periodísticos de temática política en abundancia. Hay para todos los públicos.
—¿Cómo es el vínculo de la feria con la política?
—En el libro todo lo malo ingresa y, por lo tanto, también la política. Los años electorales, es decir, año por medio, nos está pasando que son un poquito más fuertes y hay aparición de libros. Hay políticos, analistas políticos y periodistas políticos que vienen a la feria y tienen mucha audiencia, son salas colmadas. Es interesante, como cualquiera de los otros rubros.
—¿Se sabe qué representante del Gobierno va a estar este año en la inauguración?
—Ese día siempre hay al menos dos discursos de políticos; hablan el presidente de nuestra fundación y al menos dos representantes, uno por Nación y otro por la Ciudad de Buenos Aires, que es la sede de la Feria. Y después cierra un escritor o escritora, que este año es Luisa Valenzuela.
—¿Y se sabe quiénes van a ir en esta edición?
—Están confirmando en estos días. Seguramente va a volver a hablar por Nación Pablo Avelluto, el ministro de Cultura.
—En el plano internacional, hay muchas figuras invitadas.
—Sí. Si digo cuántas son, puede que parezca que no puede ser. En este momento están pasando el centenar, hay más de cien autores internacionales que vienen a la Feria del Libro. Eso pasa hace ya varios años, el año pasado también ocurrió y el anterior también. La ciudad invitada de honor aporta.
—Este año es Los Ángeles.
—Los Ángeles, sí, pero además hay escritores, hay académicos, hay ilustradores, hay promotores de la lectura, científicos.
—Lo saco de la Feria, ¿qué se hace cuando uno empieza un libro y no le gusta? ¿Se deja un libro?
—Sí, yo creo que sí. Es muy difícil en la adolescencia. Uno, cuando se hace lector, ve como cierta obligación de continuar, leer y vencer esas páginas que le resultan imposibles, pero después, con los años, dice: "Bueno, si este libro no me interesa, dejo de leerlo. No está mal". También hay lectores habituales, regulares, como es mi caso, leo todos los días, y está aquel que tiene ocasiones en el año que se encuentra con los libros. El que llegan las vacaciones y se compra tres libros para poder leerlos, y el resto del año casi no lee. Los dos tipos de lectores son válidos.
—Pensando en el escritor, hoy mirando hacia atrás ¿todo lo que publicó le gusta?
—Por suerte no estoy arrepentido de lo que he publicado. No he sido un autor al que lo tironeaban las editoriales pidiéndole el último libro y eso me ayudó. Eso de tener que esperar para que mi libro fuera aceptado y saliera un año o dos después, la verdad es que me vino bien, porque yo no me apuré y porque hoy puedo responder frente a todos los libros que tengo, que son muchos.
—Con la Fundación están desarrollando la campaña "Educación, mejor con libros". ¿Cuál es el objetivo?
—Trata de apuntalar el papel del libro en la escuela, después vendrá la campaña del Día del Niño, la del Día de la Madre, la de fin de año.
—¿Leen los chicos hoy?
—Hay campañas y hay un desarrollo del papel de la escuela en los últimos treinta, cuarenta años que no es malo. Han aparecido mucho las bibliotecas escolares, que antes eran menos, ha habido campañas importantes de compra del Estado para abastecer esas bibliotecas y hay mucha actividad de presencia de escritores. Yo, como escritor, visito escuelas muy regularmente en todo el país. Trabajar se trabaja. Necesitamos campañas que se sostengan, porque un problema en la Argentina son esos ramalazos muy fuertes, pero que aparecen y desaparecen. Hay que sostener las políticas, ese es el secreto.
ENTREVISTA COMPLETA
LEA MÁS:
________
Vea más notas de Cultura