Tópicos de la literatura como el pacto con el diablo (El zapatero y la fuerza maligna, de Anton Chéjov), sentimientos que llevan a encrucijadas, como la culpa o el remordimiento (Talpa, de Juan Rulfo), impulsos vitales como la búsqueda de la perfección (El padre Sergio, de León Tolstoi, casi una nouvelle, según el término de moda, sobre un tortuoso camino hacia la santidad), o la tiranía de lo material (La religión del señor Pleur, de Léon Bloy) y otras pasiones humanas son los materiales de estos cuentos, reunidos en La Pasión y el Perdón. Antología de Cuentos Religiosos (Edhasa, 2017).
No se trata de literatura religiosa, desde ya, sino de historias que abrevan en la experiencia religiosa -inherente al hombre-, su búsqueda de sentido, sus contradicciones, sus pasiones y desesperanzas, sus bajezas y sentimientos elevados; extremos todos que pueden convivir o sucederse en un mismo corazón.
Algunos de los autores son notoriamente católicos, militantes incluso, como G.J.Chesterton, del que se incluye una de sus historias del Padre Brown, su célebre personaje; como Léon Bloy –citado por Jorge Bergoglio en su primera homilía como papa Francisco: "Quien no reza al Señor, reza al diablo"-, o incluso Graham Greene -a quien la Iglesia Católica envió a México para testimoniar sobre la violenta persecución anticlerical de los años 30, de lo que resultaron dos magníficos libros, Caminos sin ley y El Poder y la Gloria-; otros no lo son tanto, pero todos reflejan con hondura las pasiones del alma humana.
"La mejor descripción de mi carrera es 'una obra en la viña del Señor'", decía poco antes de fallecer, en 2012, Ray Bradbury, también presente en esta antología (Cuento de Navidad). "Me siento a llorarle porque yo no hice nada de esto, es algo que me dio Dios y le estoy muy agradecido por eso", agregaba, con una humildad que no es la más habitual entre los escritores.
El holocausto de la Tierra, el cuento de Nathaniel Hawthorne que abre la antología, es una parábola sobre la maldad humana que se materializa en cosas visibles pero radica esencialmente en el fondo del corazón, "esa caverna inmunda" de la que, si no se purifica, "volverán a emanar todas las formas del mal y la desgracia".
El lector al que le guste que lo dejen pensando, no se verá defraudado. Esta antología, muy variada en estilos aunque unida en lo temático, está sembrada de reflexiones como la del padre Sergio -monje, anacoreta, sanador, casi santo- que, ante una mujer del común, sufrida y aparentemente ajena a todo lo espiritual y trascendente, concluye: "Yo vivía para los hombres con el pretexto de vivir para Dios. Ella vive para Dios imaginándose que vive para los hombres".
Un detalle que resulta gracioso considerando el origen del actual Papa es un diálogo en el cuento de Joyce entre personajes que están planeando asistir a los ejercicios ignacianos en el cual se vierten juicios muy peculiares sobre la Compañía de Jesús: "Es la orden más grandiosa de la iglesia"; "si uno quiere que algo salga bien tiene que ir a ver a un jesuita"; o "los jesuitas son la guía de la alta sociedad".
Pero, si se me permite una nota personal, mi voto es para Talpa, una pequeña joyita de Rulfo -¿hay algo de él que no lo sea?– sobre la pulsión que lleva al pecado y el arrepentimiento que puede luego sobrevenir, un sentimiento casi tan abrumador como el primero; una suerte de "Crimen y castigo" breve y contundente, en el estilo único de este escritor mexicano.
La selección de autores se completa con Augusto Monterroso, Marcel Schwob y Charles Péguy.
La compiladora, Silvia Puente, es periodista y escritora, autora de dos novelas históricas, Remedios de Escalada y Rosita Campusano, y de un libro de poesía, Otra versión de la tragedia.
LEA MÁS:
Inauguran una entrañable muestra sobre Juan José Saer
El pánico en el cine y en los libros