La profusión de títulos publicados cada año es tal que no es fácil orientarse en cuanto a la calidad de las muchas novedades del mercado. Es por eso que los llamados "clásicos", esos que envejecen bien, suelen ser un reaseguro contra posibles errores en materia de calidad y de gustos.
La editorial unaLuna, del Grupo Claridad, los tiene todos, desde los cuentos de los hermanos Grimm hasta Verne o Saint-Exupéry. Aquí se muestra sólo una pequeña selección de títulos destinados a chicos de entre 9 y 15 años, dependiendo de la clase de lectores que sean. La característica común es que son ediciones que mantienen un porcentaje de ilustraciones y un tamaño mayores que los de los libros para jóvenes y adultos, con la idea de facilitar la transición entre uno y otro mundo de lecturas. Y son títulos de autores universalmente consagrados, muy bien acompañados por ilustradores, algunos de ellos argentinos, como Rodrigo Folgueira y Eugenia Nobati.
Veamos.
Drácula, de Bram Stoker
Se trata de una adaptación hecha por Jeannine Emery, con ilustraciones de Eugenia Nobati. El vampirismo está de moda, no hay duda, tanto en el cine como en la literatura juvenil. ¿Qué mejor que ir a la fuente? Al Drácula de carne y hueso que hace 500 años sembró el terror en la helada Transilvania, al sur de Rumania, y dio origen a la leyenda del hombre que se eterniza chupando la sangre de una persona viva, que sólo vive de noche y de día regresa a su tumba.
Cuentos grotescos y espeluznantes, de Edgar Allan Poe
Con ilustraciones de Eugenia Nobati. Sin dudas, el maestro del terror. Único en su capacidad para crear climas siniestros y escalofriantes, hay que ser un amante del género –muchos chicos lo son- para apreciar estas historias que hacen correr frío por la espalda…
El escarabajo de oro, de Edgar Allan Poe
Ilustrado en este caso por Rodrigo Folgueira, sobre este cuento un poco a contracorriente del autor norteamericano, el sitio Biografías y Vidas dice: "Lejos de tener el carácter angustioso y morboso de sus demás narraciones, (El escarabajo de oro) se caracteriza por el rigor casi matemático de los razonamientos prestados por el autor a su personaje principal y por la impecable precisión del detalle concreto, que hacen posible y lógica una historia que en principio parecía inverosímil. En tanto que centrado en la resolución de un enigma, cabe situarlo junto a [relatos como] Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Rogêt y La carta robada, que han valido a Poe la consideración de fundador y maestro de la literatura detectivesca.
Los misterios de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle
Con ilustraciones de Choi Sook Hee. Otro personaje que el cine ha puesto en el candelero últimamente, pero con tantas licencias que se impone volver al auténtico genio de la deducción, que poco y nada tiene que ver con el personaje creado por Robert Downey Junior en una de las versiones más taquilleras. Esta es una selección de cuentos en los que el detective Sherlock Holmes resuelve misterios sobre temas de lo más variados y hasta disparatados.
Relatos horriblemente buenos y escalofriantes, de Saki
Ilustrado por Rodrigo Folgueira. Un título que refleja muy bien la fina ironía de este autor (Saki es el seudónimo de Hector Hugh Munro) –al que los adultos tampoco deberían dejar de leer-. Lejos de la imagen de la inocencia infantil, el leit motiv de esta serie de cuentos es el de niños cuya misión es corregir a los adultos, recordándoles que deben ser auténticos en medio de un mundo lleno de falsedades.
Robin Hood, de Howard Pyle
Ilustraciones de JO Hyeon Sook. Otro personaje que no necesita presentación, pero tal vez sí sea bueno recordar que se trata de una historia-leyenda llena de valores positivos, que enciende la imaginación juvenil con sueños de justicia.
Las tribulaciones de un chino en China, de Julio Verne
Ilustrado por Emilie Fiala. Autor francés archiconocido por sus historias de aventuras futuristas y por haberse adelantado a muchas invenciones modernas (como el submarino y los viajes espaciales), pero que en esta novela, quizás menos conocida, circula por otros carriles. Se trata de una extraordinaria moraleja. El argumento, que hace poco Hollywood tomó prestado para una (mala) película coprotagonizada por Michael Douglas y Sean Penn (The Game), es el de un hombre muy, muy rico, que no valora la vida. No se interesa en nada, nada lo conmueve. A tal punto que, en un momento dado, ante un revés en la bolsa, y para salvar a su futura esposa de la ruina, contrata a un "killer" para que ejecute su propia muerte y ella pueda cobrar el seguro. Pero de golpe, por razones que no explicaremos aquí, las cosas se dan vuelta, y el chino pasará varios días infernales tratando de deshacer el "contrato" y viviendo por primera vez con intensidad la vida, de la que cada segundo se le vuelve más y más valioso, precisamente por tener una espada de Damocles en la cabeza. Es genial, edificante y pone la adrenalina al tope.
El Pequeño Príncipe, de Antoine de Saint-Exupéry
Clásico de clásicos, no es un libro para los muy chiquitos, pese a las ilustraciones naïves del autor. En esta edición, los dibujos son de Hyum-Yu Kim. Hay que decir que no se entiende el porqué del título. Le Petit Prince se tradujo siempre como El Principito, que es exactamente lo que quiere decir (en francés no existe el diminutivo y por eso se ven obligados a usar dos palabras; no es el caso del castellano). Más allá de ese detalle, este es un libro repleto de verdades simples y trascendentes a la vez –como la explicación de lo que es la amistad y el concepto de que un amigo es algo que se construye, se gana, con tiempo e "inversión"- y de personajes que son analogías geniales de prototipos que existen en la realidad, como el hombre que todos los días ordena que el sol salga a las seis de la mañana o el inventor de cosas inútiles que alejan de la naturaleza.