El Salón del Automóvil de Frankfurt es la segunda cita más importante del universo automotor, tal vez por detrás de Ginebra, una sede que garantiza equidad y sostiene políticas democráticas de distribución de contenidos. En el evento de la ciudad germana habrá lanzamientos, inversión, opulencia, brillo, situaciones de común trascendencia internacional. Y habrá grandes ausencias: nueve compañías automotrices ya confirmaron que prescindirán de la exposición de su marca en una de las grandes convenciones del motor del calendario global.
El Auto Show de Frankfurt se celebrará del 14 al 24 de septiembre: su extensión, su valor histórico y su rol como plataforma de lanzamiento de las principales novedades de la segunda mitad del año alimentan su trascendencia. Condiciones que, sin embargo, no han convencido a grandes tanques de la industria automotriz. No habrá ningún modelo con la firma de Fiat y otras marcas del grupo como Alfa Romeo y Jeep, Peugeot y DS del Grupo FCA, Nissan y su marca premium Infiniti, Mitsubishi y Volvo. Este equipo de nueve marcas equivalen al 20% de las ventas totales de Europa.
Su comportamiento no es inesperado. Desde hace algunos años y varios salones de renombre, las compañías estudian de manera más minuciosa y precavida su participación en las principales ferias automotrices del año. El abandono es cada más pronunciado, una tendencia sutil que incrementa su caudal de modo paulatino. Las razones son suficientes. El factor económico es uno: el carácter redituable de los salones es abstracto; no se traduce en ventas, sino en permanencia. "Las razones son variadas y específicas para cada compañía, pero principalmente están relacionadas con políticas financieras o corporativas", reveló el presidente de la Association of the German Automotive Industry (VDA), Klaus Braeunig, entidad a cargo de la organización de la muestra bávara.
"Para los constructores de vehículos cada vez es más difícil justificar la enorme inversión que realizan en un gran certamen frente al efecto que su presencia tiene sobre las ventas", certifica un informe publicado por la compañía de análisis financiero IHS Markit. Los fabricantes deciden destinar los recursos económicos en inversiones más integrales, modernas y personales. Entienden que acudir a un evento plural sólo para no perder presencia es irrisorio, arcaico.
Fundamentalmente Frankfurt, donde las alemanas Porsche, Audi, Mercedes-Benz y Volkswagen aprovecharán su condición de locales. No montarán un stand, ocuparán todo un pabellón que reducirá a potencias mínimas la presentación de las marcas extranjeras. La ecuación de alquiler, montaje y traslados, entonces, no rinde. Semejante despliegue no multiplica divisas. Antes los salones eran escaparates para el lanzamientos de nuevos modelos; ya no. Ahora las marcas invierten su dinero en presentaciones fastuosas íntimas, privadas, incluso por fuera de la órbita automotriz: el CES de Las Vegas -la feria de tecnología más importante del mundo- le concedió lugar a Ford, Mercedes-Benz, Nissan, Honda, Hyundai, BMW, Faraday Future y Chrysler.
Los eventos propios más una gestión multidireccional en redes sociales, plataformas digitales, transmisiones por streaming, nuevos medios de comunicación reemplazan los motivos que concibieron a los Auto Show como primordiales centros de comunión automotriz donde cada marca exponía su mundo y sus nuevos modelos. Por el momento, se presume que los salones internacionales del automóvil no perecerán en un tiempo menor. Pero su utilidad, antes incuestionable, ahora se permite incertidumbres.
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