El póster resiste estoico el paso de los años. Ya son 30. El afiche colgado en el cuarto se despega por enésima vez, ya está arrugado, gastado, sus colores no son los originales, aunque se registra un rojo inconfundible. El rojo del Ferrari F40, aquel superdeportivo pensado para la calle, aquel superdeportivo que superó la calle y se instaló en el cuarto. Y en la posteridad.
Fue el Ferrari más potente, más caro, más codiciado y amado de su época. Hasta el 21 de julio de 1987 poco se sabía del prototipo. Apenas el círculo de confianza de Enzo Ferrari estaba al tanto. El creador de la escudería, por entonces, ya estaba muy enfermo. Moriría un año después, pero antes estaba decidido a lograr la creación máxima. El F40 fue el último modelo que aprobó.
Ese 21 de julio se develó el misterio. En el 'Civic Centre' de Maranello, se corrió el telón que lo ocultaba y allí estaba: la esencia de Ferrari encapsulada en un coche de casi 2 metros de ancho y 4,36 metros de largo. Fiereza y belleza, vehemencia y estética, velocidad y armonía.
Desde ese día se fabricaron 1.311 ejemplares, muchos de los cuales se cree que aún se preservan en garages. Su nombre -F40- aludía al número de aniversario de Ferrari. Su potencia inusitada se valía de un motor V8 doble turbo de 2,9 litros, esencial para sus 471 caballos de fuerza.
Ermanno Bonfiglioli, quien estaba a cargo del desarrollo del motor, dijo que los ingenieros prestaron atención minuciosa a su peso. Fue un derivado 288 GTO Evoluzione, pero con pequeños -grandes- retoques: el uso extensivo de magnesio, cinco veces más costo que el aluminio, para el colector de aceite, las cubiertas de la culata, los colectores de admisión y el revestimiento de la caja de cambios. Proveyeron ligereza y rapidez. A tal punto que fue el primer Ferrari de producción capaz de exceder los 320 kilómetros por hora.
Leonardo Fiorvanti aportó su talento en el diseño. Después de conducir el 288 GTO, no terminó convencido. Algo faltaba. Enzo Ferrari estaba en la misma línea. De hecho, le dijo que quería hacer "un verdadero Ferrari". El diseñador afirmó que todos -incluso el fundador de la escudería- sabían que sería su último coche.
El proceso fue más corto de lo habitual. Solo trece meses desde la idea hasta la concreción. En el medio, el piloto de pruebas Dario Benuzzi expresó que no lo sentía como "un verdadero Ferrari", tal era el anhelo de Enzo. "El manejo de los primeros prototipos era pobre", advirtió. Fue prueba y error hasta lograr el ejemplar deseado.
Era un auto de carreras pensado para la calle. Hasta entonces, el mercado de los deportivos lo dominaban Porsche -con el 959- y Jaguar -con el XJ220-, pero su tracción lo volvían demasiado pesados para la ciudad. Ferrari buscó el enfoque opuesto. Diseñó el F40 como el ligero más veloz posible. "Sin dirección asistida, frenos de potencia o dispositivos electrónicos, exige la habilidad y el compromiso del conductor, pero la recompensa es generosa: una experiencia de conducción única", describió el piloto de pruebas.
Más que su increíble velocidad, lo que resaltaba era su crudeza. El F40 era pura potencia y energía. Capaz de acelerar de 0 a 100 kilómetros por hora en 4,1 segundos. El modelo se dejó producir en 1992. Enzo Ferrari había muerto cuatro años atrás, no sin antes dejar su pieza cumbre. La foto para los pósteres después impresos.
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