Es obsceno. El dinero, omitida la discusión filosófica, permite alcanzar lugares o conquistas exclusivas. Su desembolso accede a placeres inalcanzables. Esa gestión, adaptada a la industria automotriz, toma forma de un automóvil único. El Rolls-Royce Sweptail además de único puede ser considerado el más caro del mundo. Su precio no ha sido reconocido de forma oficial, pero las especulaciones sugieren que costó diez millones de libras -cerca de trece millones de dólares-: ostensiblemente más caro que el Bugatti Chiron, el hypercar contemporáneo, que cotiza a "solo" tres millones de dólares.
La firma de lujo británica negó el monto, aunque admitió que su valor fue "sustancialmente caro". El CEO de la marca, Torsten Müller-Ötvös, adujo que "podrías decir con probabilidad que es el coche más caro en años jamás construido". La cifra astronómica, grosera y absurda obedece a una condición de exclusividad superadora. La compañía trabajó en este proyecto durante cuatro años, por encargo de un cliente que se inspiró en el prototipo 103EX, una visión de futuro de Rolls-Royce que instauraba la personalización de cada vehículo: una customización a imagen y semejanza de su propietario.
El comprador acercó en 2013 su fastuosa idea del lujo y la exclusividad. Manifestó su deseo de trazar un guiño estilístico a la historia de Rolls-Royce, una evocación fiel a las líneas de 1920 con una saga que recuerda los modelos de época y un diseño inspirado en la naturaleza náutica. Su nuevo dueño es un inversor anónimo, pero reconocido "conocedor y un coleccionista de artículos únicos, incluyendo superyates y aviones privados", tal como informó el fabricante en el Concorso d'Eleganza Villa d'Este, donde fue exhibida esta obra cúspide de la industria automotriz.
La personalización extrema de este nuevo concepto de movilidad toma de prototipo de pruebas un Phantom Coupé. Sobre este modelo, Rolls-Royce diseñó un traje de alta costura a medida. La materialización de un sueño hizo de sus yates un deportivo de calle que empatiza con las líneas de una nave de agua. Su silueta distingue un trazo en forma de V que va desde el parabrisas hasta el cierre de la luneta y que inunda de luz natural el interior del vehículo gracias a un techo panorámico de cristal eternizado.
Su frontal es menos radical: respeta la imagen tradicional del lujo británico y le agrega un equipo óptimo renovado y un rediseño del paragolpes. En su interior, se riega una filosofía minimalista que se denomina "destilación de componentes y una purificación del desorden" que combina elementos modernos táctiles, acabados a mano, con segmentos tradicionales. Un contraste permanente entre madera, titanio, ébano y cueros.
El Rolls-Royce Sweptail es un biplaza pensado para el ocio, el disfrute y la conducción armoniosa. En las paredes exteriores de cada lado del vehículo, se esconden detrás de las aperturas de las puertas dos valijas: elaboradas de manera artesanal con fibra de carbono, están diseñadas para transportar el maletín personal del propietario. En otro gesto de distinción, una botella de champagne y dos copas de cristal emergen de la consola central con sólo activar una acción.
El Sweptail absorbe las condiciones mecánicas del Phantom: un V12 de 6.75 litros que contará con 460 CV, a pesar de que desde la automotriz no brindara información formal de la motorización. Torsten Müller-Ötvös admitió que la personalización de unidades de lujo podrá ser un servicio condecorado para sus clientes más exclusivos: "Estamos evaluando el interés de nuestros comprados más especiales para invertir en obras maestras similares, completamente exclusivas. Al mismo tiempo estamos estudiando los recursos que nos permitirán ofrecer este servicio único a estos exigentes patrones de lujo". El auto con el traje a medida más caro del mundo ostentará esa calidad hasta la concepción del próximo one-off de Rolls-Royce.
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