El MG SSV1 es un auto único: diferente. Hace décadas, la industria automotriz concibió un plan de acción dedicado a hacer más fácil las cosas. Adoptó un concepto de practicidad y funcionalidad. La caja automática, la dirección asistida, el levantavidrio eléctrico, el sistema de arranque por botón son algunas tecnologías orientadas a simplificar la ejecución. El MG SSV1 es único porque contradijo una de estas teorías evolutivas.
Fabricado por el grupo British Austin Rover a mediados de la década del setenta, para conducir el vehículo había que superar un reto. Es el único auto de la historia que desafió al conductor a través de un juego. Para ponerlo en marcha, debía ganar un mítico juego de memoria. Había tres chances. Si en la tercera jugada, el usuario no acertaba, el auto se bloqueaba. La finalidad no era lúdica, el vehículo no tenía intenciones de ser divertido. El espíritu del MG SSV1 era seguridad y prevención.
Había nacido bajo la consigna de reducción de fatalidades en accidentes viales. Fue construido en una coyuntura de preocupación. Incluido en el programa de vehículos experimentales de seguridad (ESV) de los Estados Unidos, el modelo fue un prototipo creado en 1972 para tales efectos: promover valores de seguridad y prevención vial entre los fabricantes de automóviles. Con perspectivas a futuro, el objetivo del programa era estimular a las terminales a diseñar vehículos especiales de seguridad experimental para innovar en esta materia.
En su mecanismo de inicio estaba la gracia. Sólo se podía poner en marcha si el conductor superaba un desafío similar al que ofrece el Simon, un juego transversal a cualquier época, que alcanzó máxima popularidad en los años ochenta y que aún conserva buena salud en la actualidad. El propósito de este reto era evitar que una persona pudiera conducir influenciado por los efectos del alcohol o en condiciones imprudentes.
El criterio de habilitación lo establecía la secuencia aleatoria de luces de colores que el conductor debía imitar. Ver, recordar y repetir: el usuario debe introducir en orden correcto la dinámica exhibida en el aparato, valiéndose de su memoria visual y sonora. El auto arrancará una vez que la persona haya simulado de manera apropiada la secuencia del juego. En caso de fallar tres veces seguidas, durante una hora el vehículo permanecerá bloqueado.
El MG SSV1 estaba basado en el hatchback deportivo MGB GT. En apariencia era similar, el concept sólo se distinguía un singular sistema de periscopio en el techo y unos exagerados paragolpes de goma. Y en su condición excluyente: el único auto en la historia que exige al usuario ganar un juego para habilitarlo a conducir.
LEA MÁS:
Robots, la solución de seguridad que regula el tráfico en el Congo
El fracaso del año: ¿cómo está el proyecto del autobús chino que evitaba el tráfico?