La idiosincrasia de una ciudad se pinta también del color de sus taxis. El medio de transporte más famoso del mundo adquirió propiedad intrínseca para configurar parte del alma de cada espacio cosmopolita. Los taxis dicen mucho de cada ciudad: absorben retazos de la identidad del lugar de origen, se convierten en estratos andantes que ruedan con la identidad de su patria.
Al servicio de un vehículo que, sin rutas definidas, se dedica a llevar al usuario al destino solicitado se lo denomina taxi. En cualquiera lugar del planeta: taxi es una identificación universal. Su nombre es un diminutivo de "taxímetro", que según el diccionario de la lengua española, proviene de la palabra griega que significa "tasa" o "medidor". Pero más allá de sus condiciones operativas (desplazamiento urbanos directos, seguros y confortables), el taxi es parte de la religión de una ciudad: ganó una connotación emotiva, abstracta, que revela la esencia de cada ciudad.
El amarillo de los autos de traslado conforman parte de la identidad cultural de Nueva York. El color de los taxis es rasgo característico de la ciudad global emplazada en Estados Unidos. El medio de transporte más popular del mundo fue una creación de Harry N. Allen, quien en 1907 consideró demasiado que le cobraran cinco dólares (un equivalente a 125 dólares actuales) por un trayecto de kilómetro y medio hasta su casa. Ese gesto inspiró al hombre a institucionalizar una conducta sin normativas de seguridad, confort, precios y calidad. Importó 65 autos franceses para fundar la New York Taxi Cab Company: el primer servicio moderno de taxis profesionales de los Estados Unidos.
Para homogeneizar la flota ordenó pintarlos de un color llamativo y para garantizar la tasa común instaló taxímetros con tarifas unificadas. El amarillo de los taxis de la Gran Manzana expandieron su impacto y muchos otros países del mapa adoptaron la símil estridencia para vestir a sus vehículos de traslado. Los tachos porteños asimilaron en su carrocería el típico color amarillo de los taxis del mundo. Pero hay negros, hay rosados, hay blancos, hay naranjas, hay rojos. Taxis de todos los colores, conforme a la filosofía de cada ciudad del mundo.