Jan Gehl cumplió ayer 80 años y todavía se resiste a viajar en auto: con su mujer se mueven en bicicleta. Es un defensor enfático de la reconquista ciudadana de las ciudades. Es un prestigioso urbanista, arquitecto, diseñador de ciudades, fundador de una corriente académica que encarna la reconquista ciudadana, protector y garante de peatones y ciclistas, galardonado con el premio Sir Patrick Abercrombie por su contribución al urbanismo por el International Union of Architects y acreedor de una connotación honoraria del Heriot-Watt University, en Edimburgo.
Su mejor obra se llama Copenhague, el lugar en el que nació, estudió, enseñó, trabajó y la convirtió en su laboratorio a la intemperie. Es la ciudad más habitable del mundo, seleccionado en consecutivas veces por la organización Cities for People. Es también su inspiración y la responsable de su éxito. Por asesoría y consejo de Gehl, la capital de Dinamarca creó en 1965 la Strøget, la calle peatonal más grande de Europa. Su intervención en los planos y la naturaleza de la ciudad es fáctica: que el 45% de los habitantes usen la bicicleta como medio principal de transporte es una victoria de sus convicciones. Hoy Copenhague es referencia en modelo de reconversión urbana, la transformación de una ciudad de posguerra dirigida por el tráfico vehicular a la metrópolis del siglo XXI orientada al peatón.
La crítica de Jan Gehl es a la modernidad: "Sabemos más sobre el hábitat del oso panda que del ser humano". El foco de su tesis urbanística son los autos, un instrumento que -dice- tiene los días contados en la ciudad. En una nota al diario El País de España, el profesional explicó el cambio de paradigma de la motorización: "El coche era una tecnología inteligente hace casi cien años. Pero a medida que las ciudades se densifican –y no hay otro crecimiento posible– se convierte en un estorbo. En la actualidad, en ciudades con 10, 20 y hasta 30 millones de personas urge encontrar algo más inteligente: una combinación de piernas, bicicletas y transporte público".
“Los autos son como una invasión de ratas: algo letal”
Habla de bicis y de piernas. En términos de matemática de espacios, explica que donde estaciona un auto caben cinco bicicletas. Lo traduce en economía del tráfico, reflexiona sobre cómo más gente llegaría al centro, a los locales y a los restaurantes. Y también rememora a la antigüedad, a la herencia humana que recoge del Homo sapiens. Revaloriza la acción de caminar. "Una persona que no lo hace está incompleta -sugirió-. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que las ciudades sean transitables. La falta de ejercicio es uno de los mayores problemas de salud en el mundo. Mayor que el tabaco hace dos décadas. Caminar es sostenible en todos los sentidos".
El "arquitecto de las personas" postula una reinterpretación del diseño urbano. No sólo es, para él, una combustión de criterios físicos, funcionales y estéticos. Es, fundamentalmente, la asimilación de estos espacios a las necesidades de la comunidad: las ciudades inciden de manera transversal la calidad de vida de sus habitantes. Jan Gehl resume su ideología en cinco consejos básicos para recrear urbes habitables, seguras y saludables: renunciar al sedentarismo, recuperar y optimizar los espacios públicos, priorizar las experiencias multisensoriales, impulsar un transporte público equitativo y prohibir a los autos.
Ha trabajado y recomendado soluciones para casi 30 países. Como consultor responsable de su firma Gehl Architects, diseñó planos urbanísticos para ciudades del calibre de Nueva York, Sao Pablo, Zurich, Melbourne, Londres y Guanghzou. Se reconoce un "defensor de la presencia de las personas en las calles". Retomó las teorías de Jane Jacobs, una auténtica revolucionaria del urbanismo. La escritora y activista de nacionalidad estadounidense manifestó su lucha con la obra "Muerte y vida de las grandes ciudades" (1961), una oposición drástica a la renovación urbana de la década '50. Su aporte protegió los antiguos vecindarios y respetó las creaciones espontáneas y naturales ante los embates de un incipiente modernismo. Jacobs era una idealista, graduada en "resistencia cívica". Su confrontación más recordada la tuvo con Robert Moses, principal urbanista de Nueva York, para evitar que el automóvil invadiera el Washington Square, un parque emblemático de la gran manzana.
Jan Gehl pretende devolverle el protagonismo a los habitantes. Él lo asume como algo personal, como un patriarca en la protección del factor humano en la ciudad, una cruzada que brega por los valores de la sustentabilidad. Su ecuación es "mejores espacios urbanos, más vida urbana". Es la historia viva de un "misionero" que tiene como premisa hacer de la escala humana el patrón de la planificación de las ciudades. Un arquitecto de 80 años que elige la bici para moverse.
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