El futuro es el desvelo de las más ambiciosas automotrices. "Vision Next 100" es un departamento de estudio, investigación, perspectiva que BMW autorizó para contemplar y adivinar el mañana. Ya celebró su centenario de vida parafraseando su idea de futuro con la presentación de su concept car más radical: el BMW Vision Next 100. Ahora en comunión y homenaje a su visión futurista, Mini y Rolls-Royce -las otras dos marcas automovilísticas del grupo- anunciaron sus modelos del próximo siglo.
Un punto de vista anclado en el 2016 con valor de proyección a 2116. "Vision Next 100" es una línea transversal a las firmas que administra el Grupo BMW. Es una plataforma de lanzamientos de prototipos futuristas, una declaración corporativa de tendencias predictivas, una mezcla de enfoque, imaginación y fantasía, un compuesto que la tecnología asignará a los vehículos de movilidad. La automotriz de estirpe alemana aunó a sus fabricantes boutique de origen británico para conformar la familia de autos que proyectarán un panorama común del próximo siglo.
Mini Vision Next 100 denuncia lo que entiende la compañía como futuro bajo la esencia intransferible del pequeño utilitario de raíz británica. Sus principales atribuciones encarnan los conceptos de diversión, personalización y conducción autónoma. Y sugiere una revolucionaria modalidad para reinterpretar el Car Sharing y el título de propiedad del auto.
El lema "todos los Mini son mi Mini" pretende crear una red de compartición de vehículos propios y ajenos. Todos los modelos son idénticos: lo que cambia es su personalización. La inteligencia artificial de cada unidad identifica al usuario y lo adapta según sus preferencias.
De tal modo, cada conductor podrá administrar a su gusto las funciones de comunicación, opciones de conducción, categorías de entretenimiento y plataformas de personalización. El Mini del futuro dispondrá, a su vez, del botón "Inspire Me" que permitirá descargar información sugerida por el usuario y configurar al auto según las elementos representativos, por ejemplo, del artista favorito. Este sistema de propiedad compartida repartirá el costo de cada vehículo entre los distintos propietarios, que ya no serán dueños de un modelo sino de una cadena de autos. Además, esta sociedad de usuarios reproducirá un mensaje de sustentabilidad: reducción de emisiones y de densidad de tráfico más una mecánica de propulsión eléctrica.
En términos estéticos, el Mini mantiene la esencia y se viste de futuro. Las formas se suavizan en procura de una demostración de customización "techie" sin perder las líneas tradicionalistas de un diseño ya establecido. Volante, pedales y dos butacas, a eso se reduce el habitáculo que permitirá una amplia movilidad de instrumentos. La conducción autónoma concederá a los usuarios a realizar cualquier tipo de tareas con un dispositivo interno. Aunque también habrá posibilidad de manejar manualmente -con los parámetros convencionales- para deleitarse con la diversión y sensación de conducir un símil kart. Más técnicas avanzadas en realidad aumentada, digitalización y conectividad, más un diseño semi transparente al que se le añaden reseñas más tradicionales como elementos de alcántara y madera, el Mini Vision Next 100 es una auténtica proyección futurista.
El Rolls-Royce Vision Next 100 es una premonición del lujo del próximo siglo. Un desarrollo tecnológico que ha dejado absorto al mundo del motor. Es la representación de los valores más refinados y brillantes de los próximos cien años, tal como lo concibe el equipo de diseño de la firma británica. El proyecto recibió la denominación interna de 103EX y recoge las premisas y consideraciones de sus más exigentes clientes maximizando las propuestas de personalización. De hecho, las imágenes difundidas responden a una customización interna y externa genérica, fruto de una imaginación estándar. Los ingenieros entienden que las técnicas de materiales permitirán crear diseños únicos, singulares, a pedido.
Rolls-Royce entiende que el transporte del futuro es personal. No promulga con la propiedad compartida que pregona Mini, sino que profundiza el concepto de personalizar al máximo cada pieza de diseño con enfática predominancia del contenido emocional, según los gustos de cada cliente. De ahí que respeta cada símbolo de su tradición y estilo: se mantienen la figura del Espíritu del Éxtasis y la parrilla tipo panteón, las facciones del rostro de la marca.
La conducción autónoma prevalece. El volante y los asientos desaparecen. La inteligencia artificial será la única encargada de conducir para 2116 el Rolls-Royce. Y, bautizada Eleanor, también se convertirá en la asistente personal del usuario: aprenderá de sus gustos, sus costumbres, sus horarios, sus salidas, sus preferencias, interpretará sus decisiones, se acercará a recogerlo, hará reservaciones en restaurantes, confirmará reuniones, velará por su seguridad asociándose a tecnologías de conectividad con el resto de los vehículos y con las infraestructuras.
Y en el interior, una acabada referencia al lujo y a la confortabilidad. Sin salpicadero, pedales y volante, el habitáculo es una verdadera sala de estar que incluye un sofá tapizado en seda, alfombra de lana, laterales revestidos por una madera noble y una pantalla curva OLED capaz de proyectar información o contenido de entretenimiento para los pasajeros.
Para la mecánica de propulsión, el Rolls-Royce prescindirá del motor V12 que suele motorizar las mejores creaciones de la firma distinguida de Reino Unido. En el futuro se entregarán a la prestaciones ecológicas, dotando al Vision Next 100 con dos motores eléctricos de 250KW sobre cada eje. Silencio, sofisticación, eficiencia, minimalismo, sustentabilidad, sobre seis metros de largo viajarán dentro de un siglo los más exclusivos propietarios de un Rolls-Royce.