Hay una historia que a Brett Goldstein le gustaría contar. Comienza un viernes por la noche de 2010 cuando él estaba sentado en su Crown Victoria oscuro, aparcado en una calle de Chicago, mientras repasaba algunos mapas. Goldstein era un comandamente en el Departamento de Policía de Chicago y estaba a cargo de una pequeña unidad que utilizaba el análisis de datos para predecir dónde ocurrirían ciertos tipos de crímenes en cualquier momento.
A primera hora de ese día, sus modelos informáticos pronosticaban una mayor probabilidad de violencia en un bloque particular del lado sur. Cuando él y su compañero se encontraban allí, Goldstein dudaba de la efectividad de la tecnología.
"No parecía que fuera a ser un objetivo para un tiroteo", recordó. "Las casas se veían muy bien, todo estaba bien cuidado. Si estás en ese barrio, empezarías a buscar edificios abandonados, gente vendiendo droga… y yo no vi nada de eso", expresaba.
Sin embargo, ellos apostaron por eso. La esposa de Goldstein acababa de dar a luz a su segundo hijo y él estaba agotado después de un largo día en la oficina. Empezó a bostezar. El socio de Golsdtein pensó que los datos deberían ser erróneos y a las 11 de la noche se fueron.
Varias horas más tarde, Goldstein se despertó con la vibración de su BlackBerry. Había habido un tiroteo en el barrio donde habían estado patrullando.
"Esto me pasa porque pensamos que no deberíamos estar allí, pero la computadora sí que daba por hecho de que debíamos estar en el lugar", afirmó Goldstein.
Siete años después de esa noche, Goldstein con un traje gris, se dirigía desde su hotel de Manhattan a Nueva Jersey. La primavera pasada fundó CivicSpace, una empresa de tecnología que vende software de predicción del crimen a los departamentos de policía. Nueve ciudades, incluyendo cuatro de las 35 ciudades más grandes del país por población, están utilizando o implementando el software, con un costo anual de USD 30,000 para ciudades con menos de 100,000 personas a USD 155,000 en ciudades con poblaciones superiores al millón. Goldstein estaba monitoreando los dos clientes que tenía más lejos: los departamentos de policía de Camden y Linden.
Goldsten es un hombre con poco carisma pero perfecto para estar en un departamento de policía. En Chicago, en tan solo 7 años, ascendió de oficial de patrulla a jefe de datos de la ciudad. Y tiene muchas historias que contar.
Está vendiendo algo muy importante para el cuerpo policial: sofisticación tecnológica. El sistema de justicia penal produce ramas de datos y los nuevos métodos informáticos pueden convertir cualquier grupo de números en algo útil.
Hoy en día, casi todos los principales departamentos de Estados Unidos están utilizando o han utilizado algún tipo de software comercial que hace predicciones de delitos y así determina qué zonas requieren una mayor presencia policial o, también, qué personas son las que, con mayor probabilidad, pueden estar involucradas. La tecnología está transformando el arte de ser policía.