Ya era hora de acabar con la idea de que las bibliotecas son un lugar donde está prohibido hablar, comer y beber. Estos espacios se han reinventado y ahora ofrecen cosas muy diferentes: desde clases de ejercicio hasta espacios para jóvenes donde hablar o jugar a videojuegos. Otros proyectos similares han sido impulsados por empresas privadas que han incluido cafeterías o restaurantes en las mismas instalaciones, permitiendo a los visitantes leer un libro mientras toman un café.
"Un movimiento a la izquierda cuando diga 'derecha'" dice un entrenador a una quincena de mujeres mientras se ejercitan en la cuarta planta de la Biblioteca de Yamato, en la Prefectura de Kanagawa.
En un espacio llamado Kenko (saludable) diariamente se realizan eventos y seminarios sobre dietas y consejos de belleza. Las clases de fitness de los jueves están entre las más populares.
"Es alentador para mí estar en esta clase. Aquí también puedo hacer amigos… ¡Es maravilloso!" comenta Hiroko Sano, uno de los participantes que acude habitualmente a estas instalaciones.
El gobierno municipal de Yamato se ha propuesto crear una "ciudad saludable" y ha convertido la cuarta planta de la biblioteca en un espacio sobre salud. Esta zona ofrece unos 10,000 libros y otros productos relacionados con el estilo de vida saludable. Por ejemplo, hay algunos aparatos para medir la edad vascular o la cerebral, así cómo una zona de consultas médicas.
"Esperamos que la biblioteca sea un lugar donde la gente pueda estar más saludable por el simple hecho de estar aquí", comenta Yuriko Yamaguchi, el subdirector complejo.
Por su parte, las autoridades municipales de Musashino (Tokio) quieren crear un espacio donde los niños y los adolescentes puedan pasar el rato. En 2011, la ciudad convirtió todas sus bibliotecas en un gran complejo llamado "Musashino Place", de siete pisos, tres de ellos bajo tierra. El segundo piso está dirigido a los más jóvenes y ofrecen una gran variedad de libros y revistas juveniles. Este espacio también cuenta con un salón abierto para adolescentes donde pueden hablar o jugar a la videoconsola. Un rocódromo o cuatro estudios para practicar música y danza completan la oferta.
Nobuya Inouse, una estudiante de tercer grado en el Instituto Shotoku Gakuen, comenta que suele visitar estas instalaciones dos o tres veces a la semana.
"Me gusta porque puedo venir aquí a pasar el rato. Puedo pasármelo bien con mis amigos mientras estamos con los videojuegos. No es cómo imaginaba que fuera una biblioteca", confiesa.
Es por esa razón que más y más librerías prefieren tener cafeterías. Por ejemplo, en marzo del año pasado, el ayuntamiento de Tagajo, en la Prefectura de Miyagi, abrió su nueva biblioteca y externalizó toda su operación a Tsutaya, una empresa especializada en libros, música y videos. El complejo que aloja la nueva biblioteca también cuenta con un Starbucks y una mejorada normativa que permite a los visitantes llevar bebidas adentro.
Más allá de lo que hay en las estanterías, los visitantes tienen la opción de leer mientras escuchan música en vivo.
La nueva biblioteca alargó su horario de abertura desde las cinco de la tarde hasta las nueve y media de la noche. Con la misma fórmula también extendió su colección de libros con más de 50,000 libros, logrando un inventario actual de 230,000 ejemplares. En tan solo ocho meses, unas 950,000 personas ya han visitado este complejo, una cifra que se ha multiplicado por 14 respecto al mismo período del año anterior, antes de su recolocación.
Por otra parte, las autoridades de Gifu encargaron al reconocido arquitecto Toyo Ito el diseño del complejo que alberga la biblioteca Chuo. La zona de lectura está adornada con estructuras en forma de paraguas y onduladas desde un espectacular techo de madera. Las estanterías son bajas, así que permite a los visitantes ver esa creación arquitectónica. En algunas zonas está permitido hablar y los usuarios también pueden entrar con su propia bebida.
Kazuo Nishino, director ejecutivo de la Asociación de Bibliotecas de Japón, asegura que en el pasado las bibliotecas estaban preparadas para que pasaran muchas personas. Ahora ha cambiado y necesitaban reinventarse.
"En tiempos donde el nivel de visitas está cayendo, muchas bibliotecas han aprovechado esta situación para reconstruir sus antiguas instalaciones, implementar nuevos servicios para atraer a más visitantes y ser más innovadoras", puntualiza Nishino.