Nuestro colaborador Alberto Sisí es periodista y lleva alrededor de 10 años trabajando en la industria editorial. Por ello, hemos acudido a él para que nos dé algunos consejos dirigidos a quienes quieran escribir de forma profesional, hacerlo por su…
Hoy, hace once años que publiqué mi primer artículo en una web. No recuerdo ni sobre qué trataba —aunque sí que me hizo una ilusión tremenda—, pero desde entonces no he dejado de escribir y publicar, al menos, una vez por semana. Me decidí a estudiar Periodismo porque era lo que siempre había querido hacer y, cuando terminé, me di cuenta de que tenía mucha más experiencia laboral que la mayoría de mis compañeros y un futuro, cuanto menos, incierto.
La ya famosa crisis mundial de 2008 había irrumpido con fuerza y los medios cerraban. Los que no cerraban mermaban su plantilla. Los que se quedaban, además, veían reducidos sus salarios. Trabajar por cuenta propia era la única solución. Aunque algunos vean con cierto glamour la idea del escritor freelance, la realidad es que supone sacrificar demasiadas cosas y no son pocos los que son incapaces de afrontarlo.
Empieza cuanto antes
La vida de estudiante está muy bien y no tener obligaciones también, pero si quieres dedicarte a escribir, tienes que convertirlo en algo prioritario. Evidentemente, terminar la carrera debería ser el primer paso, pero no esperes a acabar para empezar a trabajar. Escribir y entrar en contacto con los medios te ayuda a conocer a personas que se dedican a lo mismo que tú y tu agenda va a ser la posesión más valiosa que tengas durante los próximos años.
Aprende a apreciar la soledad
Si de verdad estás convencido de lo que quieres ser, tienes que tener en cuenta que pasarás horas y horas en la más absoluta soledad. Eso quiere decir que, si tienes víveres en abundancia, puede que ni siquiera bajes al supermercado en varios días. Escribir es una actividad solitaria y, aunque hagas entrevistas o pases el día de viaje en alguna promoción, es probable que eches de menos una conversación con alguien.
Oblígate a llevar el ritmo de vida que lleva el resto del mundo
Esto es tan sencillo como levantarte cuando se levanta la gente que te rodea, acostarte cuando se acuesta la gente que te rodea, dejar de trabajar los fines de semana, tomarte vacaciones de vez en cuando… Quizá no al principio, pero si más adelante porque siempre vas a tener trabajo pendiente. No dejes que eso te lleve a dejar de interactuar con otros humanos. Porque, no, los freelance no trabajamos 24 horas al día, algo que nos lleva al siguiente punto.
Cómprate una agenda
Y no, no vale con los recordatorios del móvil. Plazos de entrega, cobro de facturas, presentación de impuestos… No te vas a acordar de todo y llegar tarde a un pago en Hacienda puede suponer un recargo del 33% en el mejor de los casos.
Ten un espacio para trabajar en el que estés a gusto
Yo escribo en una mesa de cristal que ya tiene la friolera de veinte años, con la fortuna de que en la habitación donde me encuentro entra luz natural de la calle prácticamente todo el día. Está claro que no todas las casas son así, así que puedes pagar un coworking en el que, con suerte, tus compañeros se dedicarán a lo mismo que tú y podrás ampliar tus redes de contactos. Eso sí, lo de ocupar una mesa en una cafetería con WiFi durante todo el día mientras solo te tomas un café puede acabar con la paciencia del responsable del local que, recuerda, también es autónomo como tú.
Oblígate a parar
Ya lo hemos mencionado antes, pero es necesario recordarlo. Los escritores que trabajan desde casa son muchísimo más eficientes que los que lo hacen en una redacción de un medio. ¿El motivo? Es tan sencillo como que no hay oportunidad para 'bajar a desayunar', tampoco hay comidas eternas ni descanso para fumar un pitillo. Por ello, lo mejor es que te obligues a parar, tanto durante la jornada como en forma de vacaciones. Y por vacaciones quiero decir más de dos días sin pensar en el trabajo.
Aprende a decir "no"
Últimamente se oye mucho que los periodistas somos los culpables de la precarización del oficio de redactor al haber admitido tarifas terribles y condiciones pésimas. Eso puede ser, pero cuando tienes que pagar el alquiler es complicado decir que no. Aun así, debes aprender a rechazar trabajos que te parezca que atentan directamente contra tu integridad como profesional. Cuesta, pero cuando lo haces —sobre todo con gente que sabías que estaban abusando de ti— es muy liberador.
Ve a todo (sin caer en el síndrome del freelance fiestero)
Y, por todo, nos referimos a inauguraciones, fiestas, preestrenos… Todo es todo. Allí te encontrarás con amigos y con personas que podrían estar interesadas en tu trabajo, lo que daría pie a nuevas ofertas y quién sabe si a la definitiva. Eso sí, cuidado con vivir en una borrachera permanente con la excusa de que eres freelance, no tienes jefes y no tienes horarios (cosa que, además, es mentira). Tu hígado y tu bolsillo te lo agradecerán.
Especialízate en un tema
Y esto lo escribe alguien que lleva una década escribiendo de todo lo que ha caído en sus manos. No hace falta que decidas ya sobre qué vas a escribir el resto de tu vida, pero si que afines un poco el tiro.
Y cuida tu presencia en Internet
Nunca he sido capaz de llevar un blog con regularidad. No tengo seguidores en Twitter e Instagram tiene más de red social de "ligoteo" que otra cosa, pero los que saben de esto, dicen que hay que crearse una reputación en Internet, tener un montón de seguidores y lucirse, que para eso está. Yo lo del blog, ya si eso me pongo con ello mañana.
Cuando hablamos de trabajo freelance, todo está dotado de un falso glamour que poco tiene que ver con la realidad. Sí, tienes jefes y tendrás que discutir con editores, redactores jefes y compañeros acerca de enfoques, plazos de entrega y otros incómodos detalles. No, ser escritor no está bien pagado y, sobre todo, ni se te ocurra meterte a ello porque es "guay", ya que requiere de sacrificios que, al menos, deberían reportarte la satisfacción de hacer algo que te emocione. ¡Buena suerte!
Publicado originalmente en VICE.com