Desde que la oposición ganó las elecciones legislativas y obtuvo la mayoría en la Asamblea Nacional, el régimen chavista entró en crisis. Durante todo 2016 se produjo un bloqueo de poderes entre el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dominado por jueces militantes del régimen bolivariano y la Asamblea Nacional (AN) en manos opositoras. Casi todos las leyes aprobadas por la AN fueron vetadas por el Poder Ejecutivo, mientras el TSJ declaraba en desacato al Parlamento.
A fines del año pasado, Nicolás Maduro logró eludir la convocatoria del referendum revocatorio que impulsaba la oposición y además postergó las elecciones regionales que debían realizarse en 2016.
Ya entrado 2017, el desbarranque final del régimen chavista hacia la autocracia autoritaria se produjo en dos actos con un mes de distancia.
El 29 de marzo, el TSJ decidió suspender a la Asamblea y hacerse cargo de las atribuciones legislativas. El escándalo nacional e internacional que provocó la medida abrió fisuras dentro del propio régimen y, 48 horas más tarde, el propio Maduro exigió públicamente al Tribunal que diera marcha atrás con la medida, lo que ocurrió de inmediato.
Pero nadie se engañó. La decisión de borrar los últimos vestigios de democracia ya estaba tomada en los más alto del régimen. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) impulsó durante todo abril multitudinarias marchas y manifestaciones pacíficas en las calles que fueron salvájemente reprimidas por las fuerzas policiales y los grupos paramilitares chavistas, con un saldo de 34 muertos.
Así hasta que este 1° de mayo, en el acto oficialista por el Día del Trabajador, Nicolás Maduro dio su segundo sablazo para barrer con la AN y los últimos resabios de democracia al anunciar una convocatoria por decreto a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la carta magna bolivariana impulsada por su mentor, Hugo Chávez, en 1999. En aquella oportunidad, Chávez lo logró con el apoyo del voto popular. Esta vez, sin embargo, Maduro la impulsará con un estrafalario sistema por la que cerca de la mitad de los constituyentes no será elegido por voto directo sino por "sectores" representativos de la clase obrera. Eufemismos de un gobierno que se aferra a cualquier artimaña para conservar un poder que ya perdió.
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