Parece mentira pero en 48 horas se dio lo impensado en Venezuela. El régimen de Nicolás Maduro debió dejar de lado los lugares comunes a los que nos tiene acostumbrados (pity yankees, escualidos, gringos intervencionistas…) y dar marcha atrás en lo que el mundo – y no sólo la oposición- calificó de golpe de Estado.
Un golpe atípico, es cierto. Esta vez no eran los militares los que cerraban el Congreso. No era un presidente, como el caso de autogolpe fujimorista, era una Corte Suprema de Justicia la que se arrogaba la potestad de cerrar el Parlamente y autoproclamarse Poder legislativo.
Pero en Venezuela no hay división de poderes. El Ejecutivo logró que el Tribunal Supremo de Justicia le fuera leal, adicto. Nombró a la mayoría de sus jueces en el último aliento antes de que la oposición asumiera la mayoría parlamentaria lograda en las legislativas de 2015. El resultado: jueces chavistas. Hay ex diputados, militantes, militares… de todo menos jueces imparciales.
Pero hoy eso no es gratuito. No bien se conoció al sentencia que anulaba el Parlamento, el mundo se comenzó a solidarizar. Es cierto que la oposición venezolana debió alzar su voz, pero encontró aliados que ayudaron a presionar.
Tímidamente los países de la región empezaron a sumarse a lo que ya el secretario general de la OEA gritaba a los cuatro vientos, y reunieron adhesiones para exigir una convocatoria del consejo permanente de la OEA. La tarea se dificultaba con el correr de las horas porque hoy asumió como presidente de ese bloque Bolivia, aliado histórico del chavismo. Pero la reunión de emergencia del Mercosur convocada por Argentina para hoy en Buenos Aires también hizo lo suyo.
El repudio no fue lo único que contribuyó a que Maduro recapitulara. Los silencios ayudaron también. Por ejemplo, el ecuatoriano Rafael Correa pidió que nadie se meta en los asuntos internos de Venezuela pero no salió a los gritos a respaldar a Maduro. De hecho, su gobierno emitió un comunicado oficial en el que aseguraba que "Ecuador no es Venezuela". Es que el correísmo se juega su continuidad en el poder mañana en un ajustadísimo ballotage y el miedo a una replica chavista puede definir la elección.
Así, sin un EEUU fuerte que condene, la región fue sumando adhesiones. México, Brasil, Perú, Argentina… todos gobiernos que hoy no son los "mejores amigos" del chavismo, como solían ser.
La reunión de la OEA parecía inexorable y Maduro se dio cuenta. Hasta la fiscal general de Venezuela, cercana al gobierno, se dio cuenta. Y el bolivariano ayer pidió a la Corte que revisara la sentencia. Esa orden es otra locura. ¿Cómo un presidente le va a ordenar a otro poder, supuestamente independiente, que cambie su decisión?. Sólo puede pasar cuando el fallo original también fue a pedido.
Y llegamos hasta hoy. Hoy, 1 de abril, la Corte Suprema debió emitir dos nuevas sentencias. La 157, que le devuelve la inmunidad a los parlamentarios (derecho que se les había quitado el martes pasado) y la 158, que restituye a el poder legislativo a la Asamblea Nacional. Cortito y sin vueltas, este texto dice que anula el apartado 4.4 de la sentencia 156. Ese apartado era el que anunciaba que la Corte asumiría las labores legislativas.
La web del Tribunal Supremo venezolano está colapsada, como el chavismo.
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