Blanca Treviño camina a paso firme. Se la escucha llegar a la entrevista porque se sienten sus pisadas. Y porque se oye su voz, también firme. Habla con seguridad y acompaña cada frase con una sonrisa. Pero no parece una pose, sino más bien un gesto sincero. Y ella asegura que ríe porque es feliz. Y dice que es feliz porque le gusta lo que hace. ¿Y qué hace? Mucho.
Es directora de Softtek, una empresa proveedora de servicios IT que fundó en México en 1982, y que hoy cuenta con 30 oficinas y 11 mil empleados en todo el mundo. Como le gusta estar presente y supervisar el pequeño imperio que construyó, viaja más del 80% de su tiempo. Aún así apenas alcanza a visitar una vez al año cada una de las sucursales de la compañía.
También se desempeña como consultora de varias agrupaciones y del gobierno mexicano. Fue catalogada por Forbes, Fortune y la revista Expansion como una de las la mujeres más influyentes de su país.
En 2011, la prestigiosa asociación Endeavor la destacó por su experiencia como emprendedora. Y ese mismo año se convirtió en la primera mujer en ser incluida dentro del Salón de la Fama de Outsourcing de la IAOP (International Association of Outsourcing Providers).
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Además, es una de las empresarias más destacadas en Latinoamérica. Sin dudas, sus logros la posicionan como la mexicana más influyente, de los últimos tiempos, en el mundo tecnológico.
Durante su paso por la Argentina, dialogó con Infobae sobre el desafío que implica emprender algo nuevo, "la culpa" que a veces genera compatibilizar la maternidad con desarrollo laboral y el rol de las mujeres (y los hombres) en los negocios.
-Sé que estudiaste Licenciatura en Sistemas de la Computación, pero tengo entendido que al principio, cuando te fuiste a inscribir, te arrepentiste. ¿Es así?
-Es verdad. En principio no sabía por qué quería estudiar Sistemas. En un inicio fue porque sonaba como algo cool, súper distinto. Ahora se ve muy normal, pero en aquella época, finales de los 70, sonaba diferente pero luego pensé "¿de qué estoy hablando?". Empecé a imaginarme lo que iban a ser esos años en la universidad y cuando estaba por meter la solicitud, taché donde decía Sistemas y puse Mercadotecnia. Regresé a mi casa y cuando le conté a mi papá que no me había anotado porque me daba miedo, se ofendió. Me dijo que él podía tener una hija tonta pero miedosa no; y que si me había arrepentido por miedo regresara y me inscribiera. Y efectivamente regresé y me anoté en Sistemas.
-Las mujeres siguen siendo minoría en el mundo de la tecnología, ¿por qué? ¿hay menos interés o más condicionamientos?
-No creo que sea falta de interés. Hay una mezcla de temor por lo que demanda. Porque la carrera demanda mucha actividad. También hay una predisposición a decir y a creer que las mujeres no son buenas para los números, aunque en realidad no es así y además la carrera no tiene tantos números. En tecnología, hay que ser buena en lógica, pero no en números, porque no eres un economista, ni un estadista. De todos modos existen grandes empresas de tecnología dirigidas por mujeres, como HP. La segunda más importante de Facebook es mujer y Yahoo también es liderada por una mujer. Lo contradictorio es que efectivamente la participación femenina no es tan importante en la tecnología, pero en empresas muy grandes hay mujeres que tomaron roles destacados.
-Igual siguen siendo la excepción, son casos contados
-Sí, seguimos siendo excepción. Pero en la medida en que nos reconectemos con lo que significa hoy la tecnología eso va a cambiar. Así como han cambiado las plataformas, también ha cambiado el rol de la tecnología. Antes era para automatizar funciones pero hoy tiene mucho más que ver con acercar. Una aplicación muestra cómo entiendes a tu mercado y cómo llevas tu servicio o producto al mercado. Y las mujeres tenemos mucha capacidad de lectura, sabemos cómo vender una idea, lo sabemos hacer de forma natural. Cuando entendamos que la tecnología genera cercanía, transformación, creo que en general las profesiones van a cambiar y también se van a ver más mujeres en esas profesiones.
-Viajás mucho y trabajás mucho, ¿cómo lograste compaginar tu desarrollo laboral con tu maternidad?
-Fue muy difícil, pero es posible. Soy la muestra de que es posible hacerlo, pero no es fácil. Es importante que tengas claras tus prioridades y que te gusten tus dos roles. A mí me encanta ser mama (tiene dos hijas, una de 27 y otra de 23, y una nieta) y me encanta ser abuela. Hoy no es tan complicado combinar maternidad con trabajo si lo comparas con cómo era hace 20 años.
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-¿Qué fue lo más difícil?
-Me acuerdo de mis hijas diciendo "mamá, por favor no te vayas". Yo les ponía un mapa y les dejaba un papelito por cada día que iba a estar fuera, entonces ellas arrancaban esos papelitos y cuando terminaban sabían que yo llegaba. Yo iba al aeropuerto y lloraba, buscaba un teléfono de moneditas y llamaba llorando, preguntaba por las niñas. Y aparte del llanto de tus hijas, luego el problema de hablarles a las mamás del colegio, que ninguna trabajaba, y pedirles que ayudaran con las niñas. Y luego tener una persona que ayudara en la casa, llenar la despensa y ver quién iba a llevar o traer a la niña. En cambio ahora todo cambió.
-¿En qué sentido?
-La primera vez que mi hija me dejó al cuidado de mi nieta me dijo que si la niña lloraba en la cuna no la levantara. A la noche, la niña se pone a llorar y yo voy a tomarla en brazos y de pronto escucho a mi hija diciendo "ni se te ocurra levantarla". Mi hija me estaba viendo y escuchando, desde donde fuera que estaba, por medio del monitor que estaba junto a la cuna. Mi hija también me pasó el grupo de WhatsApp de las madres, e hizo las compras a distancia y organizó para que me llegara el envío. Hoy la tecnología hace las cosas más fáciles.
-Pero la culpa en muchas mujeres sigue estando. Todavía hay diferencias de género a nivel laboral, incluso cuando pregunto si podés combinar la maternidad con el trabajo, lo hago porque reflejo un exigencia social particular para con la mujer. Porque a un hombre no se le suele preguntar cómo hace para llevar adelante su paternidad y su desarrollo profesional.
-Va a pasar mucho tiempo para que cambie eso. También tiene que ver con cómo vivas tu maternidad. Es importante que hagas parte de tu decisión a tu familia, a tus hijos, para que entiendan por qué lo haces. Mis hijas vieron que no viví mi trabajo con culpa, que lo viví con responsabilidad y conciencia. No puedes vivirlo con culpa porque si los sientes así, el niño crece como víctima. Mi mama es psicoterapeuta y me lo dijo desde un comienzo: "Transmite el propósito, por qué quieres hacer lo que estás haciendo". A veces trabajas por necesidad o por una gratificación profesional pero tus hijos tienen que saber por qué lo haces. Y tus prioridades deben estar claras, debes saber dónde eres absolutamente indispensable. Tú no puedes faltar a la entrega de premios de tus hijos. Puedes faltar a una audiencia, alguien puede ir en tu lugar, pero ¿qué le dices a tu hijo si no llegaste a la entrega de premios? La empresa necesita profesionales completos, plenos. Si yo me quedo en una junta sabiendo que no estoy en la entrega de premios del colegio y me siento mal por eso, la empresa no tiene una persona plena. ¿Cómo me voy a sentar delante de un cliente?, ¿cómo voy a defender una postura, una persona que se siente culpable? Queremos profesionales plenos, orgullosos de lo que están haciendo.
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-Las exigencias, la culpa, todo surge de las presiones culturales, ¿no?
-Creo que es un tema cultural que nos cuesta sacarnos de encima. ¿Cómo puedes ser exitoso desde la culpa? Llegas en situación de desventajas a cualquier puesto laboral, no te plantas igual. Creo que es más un reto familiar que de las empresas. Se pueden abrir todos los programas que se quiera para facilitarles las cosas a las mamás: cuarto para amamantar, horario flexible, trabajar desde la casa, pero si llegas y tienes un marido que se queja o una madre del colegio que te critica o dice que eres una irresponsable es muy difícil.
-¿Eso te pasó? ¿Padeciste a las madres del colegio?
-Ay, sí claro, pero luego les tapé la boca. Hacía cosas locas, viajaba todo el día para poder llegar a un evento del colegio, era coordinadora de salón, organizaba todo, pero lo hacía porque quería que mis hijas supieran lo importantes que eran y son para mí. Yo soy de México, vivo en la ciudad más conservadora de México, que es Monterrey. Ninguna mujer trabajaba en aquella época y mucho menos había directoras de empresas. Fue difícil, hubo críticas, pero luego hubo mucho apoyo.
-Cuando eras niña, ¿te imaginabas siendo la empresaria exitosa que sos hoy?
-Quería ser la secretaria de mi papá, supongo que porque lo admiraba y quería pasar tiempo con él. Y luego no pensé que llegaría ser una empresaria así, aunque sí pensé que iba a hacer cosas cuestionables desde la perspectiva de diferente. No quería ser alguien más, quería hacer algo distinto. Hablar de tecnología era raro, algo de lo que no se hablaba. Apenas se hablaba sólo de computación y mucho menos se hablaba de emprendedores.
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-¿Cuáles son los consejos que le darías a cualquier emprendedor, sea hombre o mujer, para poder salir adelante?
-Creo que hay que decir, declarar lo que se va a hacer. Cuando uno dice que va a hacer algo se genera un compromiso. No se trata de expresar un deseo al estilo "a mí me gustaría ser astronauta". No, hay que decir "yo voy a ser astronauta". Si se lo dijiste a alguien, compartiste esa visión es un primer paso hacia un compromiso.
El siguiente punto es compartirlo, abrir la posibilidad a hacerlo en equipo. Softtek no lo hice yo, fuimos muchas personas, lo hicimos en grupo. Creo que compartir el sueño hace que ese sueño pueda ser más grande. Como el dicho: si quieres llegar rápido ve solo, si quieres llegar lejos ve acompañado. Yo no estaría aquí si no fuera por mis socios y mi familia.
Por último no bloquearse uno mismo las oportunidades. El emprendedor debe ver fortalezas más que obstáculos. No hay que distraerse ni un minuto con las cosas que están en contra.
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