No fueron meses fáciles para Samsung. Estuvo en el ojo de la tormenta por un escándalo de corrupción que derivó, el 17 de febrero, en el arresto del vicepresidente del grupo Lee Jae-yong – heredero del imperio familiar que se proponía a limpiar la reputación de Samsung – acusado de soborno, malversación de fondos, ocultamiento de activos en el extranjero y declaración fraudulenta.
Como si esto no significara suficiente golpe para la firma tecnológica, en agosto de 2016, tras lanzar con bombos y platillos su phablet Galaxy Note 7, la compañía se vio envuelta en uno de los llamados a revisión por graves defectos en el diseño.
La demanda inicial por el Note 7 fue alta y rompió récords de preventa en su país de origen, lo que ocasionó significativas demoras en otros mercados debido a la escasa disponibilidad de dispositivos. En los análisis se destacaban su calidad de construcción, la interfaz amigable con el usuario y su soporte HDR.
Tan sólo un mes después Samsung, anunciaba la suspensión de las ventas del flamante modelo y anunciaba una retirada formal del mercado. Fue luego de que se descubrieran defectos de fabricación en las baterías que ocasionaban un calentamiento excesivo del aparato que, en ocasiones, derivaba en combustiones espontáneas.
En primer lugar, la empresa reemplazó las baterías originales por un nuevo modelo elaborado por otro proveedor pero tras conocerse nuevos casos de incendio que involucraban a los teléfonos revisados, el fabricante surcoreano emitió un segundo recall mundial terminando definitivamente con la corta vida del Note 7.
Los efectos financieros fueron devastadores. Analistas de Credit Suisse estiman que Samsung perderá, al menos, 17 mil millones de dólares en ingresos debido al escándalo del Galaxy Note 7.
Por todos estos motivos es que el nuevo Galaxy S8 significa tanto para Samsung. Es mucho más que una nueva variante de uno de sus modelos más exitosos y mejor recibidos por los medios especializados. El estilizado dispositivo se ha convertido en un símbolo del renacimiento de una empresa que atravesó grandes desafíos en los últimos meses, los cuales espera vencer ofreciendo lo que mejor sabe hacer: productos de tecnología de consumo de excelente calidad.
Lanzado oficialmente hoy viernes, Infobae tuvo acceso a un modelo S8+ de pantalla de 6,2 pulgadas que se comercializa a un precio de 825 dólares en Estados Unidos, en tanto que la versión con display de 5,8 pulgadas cuesta 725 dólares.
Fue recibido con relativa frialdad por medios especializados y fanáticos de la marca, por el problema con el Note 7. Sin embargo, a raíz de ese episodio, la compañía ha desarrollado un protocolo de seguridad de ocho pasos en el control de calidad de sus baterías. En este protocolo se incluye, entre otras cosas, evaluaciones con rayos X, además de otras inspecciones.
Con respecto al hardware, el dispositivo se ha estilizado en comparación al modelo S7. Los bordes de pantalla redondeados en los cuatro costados buscan recrear la sensación visual que se vive dentro de una piscina infinita, donde se confunde el horizonte con el agua.
La pantalla del modelo de entrada ha crecido de 5,1 a 5,8 pulgadas, lo que posiciona al teléfono como una opción atractiva para aquellos que priorizan un tamaño de display considerable, sin tener que cargar con un teléfono más grande que resulte incómodo en el bolsillo. La proporción es 18,5:9: creció la pantalla pero el móvil se puede seguir manipulando con una sola mano.
El lector de huella digital ahora pasó a estar en el reverso del teléfono, solo unos milímetros a la derecha del lente de la cámara trasera. Esto provocará que, en repetidas oportunidades, se pase el dedo sobre el lente, una superficie que idealmente debe permanecer limpia para cumplir con su tarea de la mejor manera.
De cualquier manera, se puede obviar el lector de huellas gracias al sistema de reconocimiento facial que permite desbloquear el dispositivo con sólo colocar el rostro del propietario frente a la cámara en modo selfie.
El único inconveniente es que, según varios expertos, con una fotografía se puede engañar el sistema de seguridad, lo cual implica un riesgo para el usuario.
Otro de los aspectos a destacar del nuevo modelo insignia de Samsung es la llegada del asistente virtual Bixby, que se distingue por ofrecer la posibilidad de ejecutar comandos más complejos como enviar una fotografía a un amigo o reproducir vía streaming un video desde el teléfono.
El Galaxy S8, al igual que su antecesor, cuenta con cámara trasera de 12 MP, pero suma el enfoque automático de láser para hacer tomas en movimiento. La cámara frontal mejoró bastante su performance ya que pasó de 5 a 8 MP e incorporó el autofoco.
El chip es Samsung Kangchen de 10 nanómetros y cuenta con ocho núcleos (2.3GHz Quad + 1.7GHz Quad. La memoria RAM es de 4 GB y el almacenamiento interno, de 64 GB, con la posibilidad de extenderlo hasta 256 GB por medio de tarjeta microSD.
La batería del Galaxy S8 es de 3.000 mAh y el del Plus, de 3.500 mAh. Ambos son resistentes al agua (IP 68), cuentan con sistema operativo Android Nougat, puerto de carga USB tipo C y conector de auriculares Jack de 3,5 milímetros.
Más allá de sus virtudes y relativos defectos, el mayor desafío del nuevo Galaxy S8 será lograr recuperar la confianza tanto de los fieles de la marca que huyeron hacia modelos de otros fabricantes como también conquistar a quienes buscan una alternativa a los omnipresentes iPhone, que en su última generación no han logrado cautivar por su innovación.
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