Desde la victoria de Donald Trump, pasando por los Premios Nobel de Química y Economía otorgados recientemente y la tecnología de videollamadas, Los Simpsons, de Matt Groening, han sabido adelantarse a su tiempo, prediciendo todo tipo de acontecimientos que luego se convertirían en realidad a lo largo y ancho del mundo.
Esta capacidad de transformarse en un barómetro por momentos mucho más confiable que consultoras y encuestadoras del mundo real en lo que respecta a pronósticos de lo que sucedería en el corto plazo ha hecho que la caricatura se convierta en un reflejo en la pantalla chica de los últimos acontecimientos, muchas veces marcando agenda en un contexto cómico y de extrema acidez.
Una prueba más de esta capacidad de adelantarse a los tiempos se ve reflejada en el reciente foco puesto en los juguetes inteligentes, en su mayoría conectados a internet, hoy bajo la lupa por supuesta violación de la privacidad de millones de niños que se habrían convertido en conejillos de India de un polémico fabricante de muñecos inteligentes chino acusado por grupos de defensa del consumidor de recolectar datos sin el consentimiento de sus usuarios o adultos a cargo.
Ya en 1999 Los Simpsons se hacían eco de la llegada de los revolucionarios muñecos Furby, que desembarcaron en los EEUU con bombos y platillos convertidos en los primeros de su tipo en poder relacionarse de manera interactiva con sus jóvenes propietarios, iniciando una fiebre por los juguetes de ese tipo y convirtiéndose, a la vez, en el robot doméstico que de alguna manera también allanó el camino para los omnipresentes asistentes virtuales de la actualidad, como el Amazon Echo y Google Home.
Según reportes del Wall Street Journal, el fabricante Genesis Toys con base en Hong Kong está siendo investigado por la Justicia en los EEUU y la Unión Europea luego de presentarse denuncias que comprometían a sus populares modelos My Friend Cayla e I-Que Intelligent Robot en un esquema ilegal que involucraría la recolección ilegal de datos personales de los millones de niños que mantienen "conversaciones" a diario con ellos.
Una coalición encabezada por la Campaña por una Niñez no Comercial presentó una variedad de denuncias vinculadas a la protección de datos, protección al consumidor y regulaciones de seguridad en países europeos como Francia, Holanda, Bélgica, Irlanda y Noruega.
Los padres que compraron estos juguetes aseguran sentirse defraudados y exigen tener conocimiento desde el primer momento sobre prácticas de recolección de datos, lo que aseguran es un derecho, sobre todo teniendo en cuenta que involucra a menores de edad indefensos.
Según el reporte, el fabricante denunciado no cuenta con la autorización de los usuarios de sus productos para recolectar información de las grabaciones de voz de los niños mientras interactúan con los juguetes. Al parecer, estos archivos de audio son enviados a terceros, entre los que se encuentra una compañía que diseña software de reconocimiento de voz que habría utilizado la información obtenida para ser capitalizada por otros productos con fines de lucro.
La reciente investigación sirve como llamado de atención para legisladores y grupos de defensa del consumidor, que no han podido seguir el ritmo apabullante de las nuevas tecnologías, con efectos negativos también en el mundo de los smartphones y las aplicaciones diseñadas para estos.
El reciente hackeo que afectó parte de la conectividad a internet en EEUU puso el foco en dispositivos hasta el momento "inofensivos", como refrigeradores y monitores infantiles conectados a internet, utilizados como vehículo para ingresar a las redes hogareñas y causar estragos a gran escala.
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