La exclusiva del The Washington Post (con la grabación audiovisual de una conversación de Donald Trump en la que muestra con naturalidad -sin rubor, ni pudor- sus fantasías sexuales), nos ha dejado 6 revelaciones peligrosas que lo inhabilitan para ser candidato, y mucho menos para ser presidente.
Que sea un grotesco narcisista no es nada comparado con lo que esta grabación nos descubre. Puede pedir perdón a su esposa, a su partido, a sus aliados y a los electores. Puede eximir que es del 2005. Ellos decidirán si lo indultan con su voto. Pero la pregunta es ¿alguien así puede cambiar, como asegura le ha transformado esta campaña?
1- Es adúltero. Trump reconoce que desea poseer, a cualquier precio a una mujer casada. Esta conversación se producía, además, meses después de contraer su actual matrimonio. Siempre dispuesto a comprar favores sexuales y corromper a cualquier persona.
2- Es machista y misógino. Los comentarios hacia las mujeres, y la reducción que de ellas hace como condición de objeto sexual, nos reconfirman en una personalidad machista y misógina que no ha cambiado, sino que se ha acentuado como lo prueban los innumerables desprecios e insultos que ha dedicado a las mujeres.
3- Es obsceno. Su lenguaje es impropio de cualquier persona, y mucho menos de un candidato político que aspira a ser Presidente de los Estados Unidos. Golpea con sus palabras, convertidas en agresiones verbales. Su lenguaje es su personalidad y la constatación de qué política nos esperaría si fuera electo.
4- Es violento. Y acosador. Su determinación para violentar, también físicamente si es necesario, a cualquier mujer para poseerla le convierten en un peligroso psicópata enfermizo.
5- Es obsesivo. Este rasgo es claramente patológico. Trump necesita ayuda, no votos. Su comportamiento impulsivo, que no puede controlar, es de alguien que necesita ayuda médica. Padece de un grave trastorno.
6- Es imprudente. La insultante impunidad con la que habla es propia de alguien que ha perdido el sentido de la realidad, y que no tiene el más mínimo resorte de prudencia y cautela. Alguien así, no puede estar cerca de un botón nuclear. Nunca.