El reino saudita anunció este martes que terminará con la legislación que impedía a las mujeres conducir automóviles. Aunque posiblemente pasen varios meses hasta que la decisión se haga efectiva, lo cierto es que la medida fue saludada dentro y fuera del país por poner fin a una prohibición hasta ahora única en el mundo.
El fin de la prohibición no escrita tiene un peso simbólico mucho más allá de la posibilidad de conducir. Al limitar la movilidad de las mujeres, y en consecuencia su acceso al trabajo, la restricción se había convertido en símbolo del resto de los obstáculos legales y sociales que les impedía ser ciudadanas de pleno derecho.
"Realmente hemos trabajado para ello. Estoy muy contenta de que finalmente vayamos a poder conducir. Debería haber sido antes", declaró el martes al diario El País Eman al Nafjan, una de las sauditas que ha luchado por ese derecho.
Es que son muchas las mujeres que han pagado con su libertad e incluso con la confiscación de sus vehículos el desafío a la anacrónica norma. Años atrás, un grupo de activistas convocaron a una "jornada de desafío" animando a las sauditas a ponerse al volante. Muchas de ellas se han dejado grabar y los videos se han viralizado en las redes sociales.
La iniciativa, que reunió además miles de firmas pese al bloqueo de las autoridades dentro del reino, ha sido una de las muchas formas en las que las mujeres han empujado para que la medida del martes se hiciera realidad.
Una tímida apertura que tarda en llegar
En la última etapa del rey Abdullah comenzó en Arabia Saudita un lento e insuficiente proceso de expansión de los derechos de las mujeres, después de que en el año 2013 nombrara a algunas para formar parte del Consejo de la Shura, a cargo de aconsejar al gabinete del gobierno. También habilitó el derecho de las mujeres a votar y a presentarse como candidatas en las elecciones regionales, cosa que se hizo realmente efectivo apenas en los últimos comicios de 2016.
Sin embargo, no son pocos los observadores que opinan que la medida para supuestamente distender algunas restricciones -que hasta el momento no se había traducido en cambios significativos en materia de derechos políticos y civiles- busca esquivar las críticas que cayeron sobre el gobierno saudita por sus políticas represivas.
Arabia Saudita posee en efecto la legislación más restrictiva del mundo en materia de derechos femeninos, cuyo mayor emblema está vinculado a la prohibición a las mujeres a trabajar.
Las mujeres viven bajo un sistema de tutela masculina, en el que un miembro varón de la familia -normalmente el padre, el esposo o el hermano – es quien puede conceder permiso para estudiar, viajar, trabajar y otras actividades.
El programa del gobierno Visión 2030 fue presentado como un plan de reformas a largo plazo para modificar esta situación y, en última instancia, incorporar a las mujeres al mercado de trabajo en un contexto delicado económicamente para una de las potencias del Medio Oriente.
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