El sacerdote estadounidense que visitó Corea del Norte más de 50 veces

El padre Gerard Hammond recibió un premio y los elogios del Papa Francisco por su trabajo humanitario en el territorio hostil que gobierna Kim Jong-un

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Gerard Hammond, sacerdote católico de Filadelfia, en Corea del Norte (Gerard Hammond / The Washington Post)
Gerard Hammond, sacerdote católico de Filadelfia, en Corea del Norte (Gerard Hammond / The Washington Post)

Durante las primeras décadas del siglo XX Pyongyang tuvo un apodo: "La Jerusalén del Este". Tantas eran las misiones religiosas, en particular católicas, que recorrían lo que hoy es Corea del Norte.

Luego de la guerra que estalló en 1950, como resultado de lo cual la península se dividió, la organización católica estadounidense de Maryknoll, como otras, se trasladaron al sur. Las fuerzas comunistas se ensañaban contra los sacerdotes católicos. Nadie imaginaba que sería para reemplazar los ídolos religiosos por el culto a la personalidad de la familia Kim.

Al puerto de Busan, donde hoy está la sede de la organización misionera de ultramar de la iglesia católica de los Estados Unidos, llegó en 1960, recién salido del seminario en Filadelfia, el padre Gerard Hammond. Desde allí ha viajado a Corea del Norte en misiones humanitarias 52 veces. "O quizá 53. Son tantas que ha perdido la cuenta", escribió Anna Fifield en The Washington Post.

Durante la guerra que dividió a la península coreana, las fuerzas comunistas persiguieron a los católicos.
Durante la guerra que dividió a la península coreana, las fuerzas comunistas persiguieron a los católicos.

Ahora, con 84 años, Hammond se preocupó por las nuevas restricciones de viaje que se impusieron a los estadounidenses luego de la muerte de Otto Warmbier. Pero, si bien hacen más engorrosos sus trámites, porque tiene que solicitar un permiso nuevo cada vez, sus actividades humanitarias están exentas de la prohibición.

Durante los 57 años que ha pasado en misión en Corea del Sur, Hammond ha visto muchos cambios como este. Durante décadas fue imposible entrar al reino ermitaño, pero tras la hambruna devastadora de 1990 Pyongyang permitió el ingreso de organizaciones extranjeras, incluidas las religiosas, para tratar de paliar la crisis humanitaria.

Entre los primeros viajeros, en 1995, estuvo Hammond. Con el tiempo cooperó también en la lucha contra la tuberculosis que inició la fundación Eugene Bell. Este año recibió el premio Gaudium et Spes —que se entregó por primera vez en 1992 a la Madre Teresa— "por su labor heroica" en Corea del Norte. En 2014, cuando visitó Corea del Sur, el papa Francisco felicitó a Hammond "por su trabajo estupendo" en el territorio hostil de los Kim.

Tras la hambruna de la década de 1990, Pyongyang permitió el ingreso de misiones extranjeras, incluidas las religiosas.
Tras la hambruna de la década de 1990, Pyongyang permitió el ingreso de misiones extranjeras, incluidas las religiosas.

Aunque no puede predicar la fe católica mientras se halla en Corea del Norte —hacerlo pondría en peligro sus esfuerzos humanitarios— "Hammond dice que espera que sus actos hablen por sí mismos", lo citó Fifield.

"En los comienzos de la iglesia no llevaban crucifijos ni collarines ni Biblias, pero las personas sabían que eran cristianos porque los trataban con amabilidad", dijo Hammond. A su vez, los norcoreanos lo tratan a él con respeto: en lugar de llamarlo padre, en el sentido católico del término, lo llaman abuelo, una expresión de reconocimiento a las personas mayores.

Aunque las sanciones internacionales dificultan el ingreso de bienes a Corea del Norte, el sacerdote espera utilizar los USD 100.000 de su premio para construir instalaciones donde los norcoreanos con enfermedades terminales puedan morir bien.

"El papa Francisco quiere que vayamos a la periferia", dijo a The Washington Post. "Si uno cree en algo, sabe que cuando la gente sufre hay que ayudarla".

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