La abuela cruzó la calle tranquilamente, llevando a su nieto de la mano. Había varios peatones y los automovilistas que doblaban les cedían el paso.
Cuando estaban en la mitad de la calle, el niño le dijo que tenía ganas de orinar. Para sorpresa de todos, la mujer le bajó los pantalones y le hizo usar la senda peatonal como baño.
La particular escena podría haber terminado allí. En cambio, se convirtió en una tragedia. Para ayudar a su nieto, la abuela se agachó. Entonces, pasó desapercibida para una conductora distraída, que dobló como si no hubiera nadie a su paso y los arrolló.
La automovilista se desesperó al darse cuenta de lo que había hecho, pero era ya demasiado tarde. Ambas víctimas fueron trasladadas en grave estado a un hospital cercano, donde murieron horas más tarde.
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