Hay varias palabras para decir "prisión" en el idioma norcoreano, y todas tienen significados diferentes.
La más común, reservada para aquellos que cometen delitos menores como, por ejemplo, faltar al trabajo, es jibkyulso: centros de detención provinciales administrados por la Agencia de Seguridad Popular, una unidad policial de bajo rango.
En algunos casos, si los culpables tienen menos suerte, un delito menor también puede ser castigado con una condena a un rodong danryeondae: un campo de trabajo forzado donde el agresor es sentenciado a uno o dos meses de labor penoso, como pavimentar una calle.
Otro tipo de campo de trabajo forzado es el kyohwaso, o "centro de iluminación", cuya misión es rehabilitar a los rebeldes que se han desviado del camino y que en general están cumpliendo penas por delitos no políticos, como el contrabando o simplemente por hacer negocios privados que fomentan el egoísmo. Si los presos logran sobrevivir su tiempo dentro del kyohwaso, tienen la oportunidad de ser liberados.
Las prisiones más temidas del país se llaman kwanliso, cuya traducción literal significa "lugares de control y gestión". Una sentencia a un kwanliso, que puede ocurrir por insultar al Líder Supremo o por leer periódicos extranjeros, suele ser en consecuencia de un crimen político y siempre es a cadena perpetua. Su diseño tomó como modelo a los gulags soviéticos.
Se tratan de colonias de campos de trabajo forzado que se extienden por varios kilómetros en las zonas montañosas al norte del país, en la cordillera de Changbai. Fueron construidas por órdenes de Kim Il-sung poco después de tomar el poder principalmente para desplazar a todos aquellos que podrían desafiar su autoridad, como políticos opositores, descendientes de terratenientes, colaboradores japoneses o clérigos cristianos.
Según lo que se ha podido conocer a través de inteligencia satelital, habría alrededor de 200.000 presos alojados dentro de estos campos de concentración. Además, gran parte de sus convictos están ahí por crímenes indirectos, ya que en varios casos, si el culpable en cuestión pertenece a la clase social más baja del país -la clase hostil-, su familia (hijos, padres y hermanos) también sería considerada culpable por asociación como una forma de deshacerse de la "sangre contaminada" que los beulsun heredan por tres generaciones.
Poco se sabe de lo que sucede dentro de los kwanliso y pocos prisioneros emergen para contar sus historias.
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