Lúcida analista, defensora de los Derechos Humanos y ferviente enemiga del totalitarismo islámico, Pilar Rahola se convirtió en una voz destacada cada vez que el terrorismo golpeó a una ciudad del mundo. Esta vez la sensación es diferente porque le tocó a su querida Barcelona.
La ex vicealcaldesa propuso en diálogo con Luis Novaresio, en radio La Red, analizar qué pasó por la cabeza del fundamentalista islámico que ayer se levantó con una idea que demuestra la perversión absoluta del ser humano: arrollar a todo aquel que se le cruce en el camino. Luego, el periodista Alfredo Leuco, en Radio Mitre, dio a conocer un supuesto audio adjudicado a Rahola, donde una mujer exige con duras palabras que los musulmanes que viven en España repudien lo ocurrido. Audio que la periodista se ocupó de desmentir: "No es mi voz ni mi pensamiento".
Estas son sus reflexiones:
Pongámonos en la mente de los asesinos.
Se levantaron ayer por la mañana. Probablemente rezaron a los suyos. Pero no es un Dios bueno, es un Dios de muerte. Y no me refiero al Dios de los musulmanes, que evidentemente es un Dios bueno, como todos los dioses. Me refiero a la interpretación malvada de un Dios perverso que hace el yihadismo.
Rezaron a su Dios. Quizás se despidieron por si acaso de su familia. Subieron a una furgoneta. Tomaron rumbo hacia la Plaza Cataluña. y de golpe miraron La Rambla llena de gente. Un día de agosto. Solecito. Calor. Había niños, había abuelos, había madres.
Y aceleras, te pones así, en la furgoneta… Y vas haciendo zigzag, vas haciendo "eses" para poder atropellar al máximo de gente. "A ese niñito voy a matarlo, a esa mujer, ese otro niño con su heladito, ese cochecito".
¿Tu sabes lo que significa eso? Es la destrucción absoluta del ser humano. Es decir, no es que pongan una bomba y no vean a las víctimas, es que los miraban a la cara y aceleraban para matarlos. ¿Cómo se destruye hasta ese punto el alma humana para matar de forma tan brutal?
Entonces, me preguntas cómo estoy. Indignada con la humanidad cuando llega a ser la perversión más absoluta. Dolida por la gente que ha muerto, rabiosa por las ideologías del mal, y activada, fuerte y valiente como todos aquellos que luchamos contra esto.
Ellos quieren que tengamos miedo, no lo van a conseguir. Cada atentado nos refuerza en nuestras convicciones y en nuestros valores. De manera que pierden siempre. Nos matan, pero pierden ellos.
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